GALERIA 19S: El día que descubrí que México era uno sólo por Ivan Villanueva

 GALERIA 19S: El día que descubrí que México era uno sólo por Ivan Villanueva

Ivan Villanueva

Era un 19 de septiembre, por la mañana asistí a los actos protocolarios y algunos simulacros que recordaban las víctimas del no tan lejano 85’. Realmente era poco, en Morelia, era difícil que en escuelas se realizaran actividades sobre esta fatídica fecha.

En medio de una aburrida clase, mi celular comienza a vibrar varias ocasiones, volteo a verlo y noté que se trataba de una aplicación que alerta sobre movimientos telúricos, volteó a ver a mi compañera y ambos dijimos va a temblar, casi en ese instante sentimos como se movía el edificio de la universidad de manera fuerte, nos levantamos, la maestra nos pidió calma y bajamos desde el cuarto piso.

Los directivos minimizaban la situación, “fue un temblor pequeño”, “no pasa nada, ahorita se regresan a clases”, algo en mi intuición de periodista me decía que algo grave había pasado, me cuestionaba el por qué justo un 19 de septiembre y con los recuerdos frescos de lo ocurrido en Oaxaca días antes.

Contrario a lo que pidieron los docentes y directivos, decidí no regresar a clase, -por cierto, nunca se hizo alguna revisión estructural ni nada por el estilo-; Tomé mis cosas y decidí salir a la calle para documentar las reacciones en la capital de Michoacán.

Gente asustada en la zona comercial de Morelia, un hospital privado y una clínica del IMSS evacuados, gente en camillas o en andaderas con el suero aún en sus venas, tráfico y desconcierto se observaba sobre las calles.

En los grupos de emergencias a través de WhatsApp comenzaron los rumores de gente atrapada, lo cual se confirmaron minutos después con las primeras imágenes de derrumbes, lo que había imaginado estaba ocurriendo.

Con un par de compañeros decidimos viajar a la Ciudad de México, una de las zonas más afectadas y el foco mediático, únicamente tuve tiempo para ir a mi casa por cargadores, laptop, chamarras y avisarles a mis padres que tendría que ir a la cobertura.

Mi mamá me pedía no fuera, pero entendió la trascendencia y desistió, un abrazo y un beso de mi familia, mi equipo de trabajo, un casco era lo que me llevaba a la zona cero del desastre.

En el camino, algunos minutos nos quedábamos en silencio imaginando lo que nos íbamos a poder encontrar en aquella ciudad, yo intentaba llenar mi cabeza de frialdad para no quebrarme y poder tener fuerza de realizar la cobertura.

Algunos tramos en la carretera platicaba con mis compañeros Rodolfo y Carlos, periodistas también, en fin, en un par de horas ya íbamos entrando a la ciudad, nos sorprendimos porque imaginábamos que el tráfico sería imposible al ingreso de la CDMX, fue lo contrario. 

Conforme avanzábamos a las zonas afectadas, nos acercábamos a la realidad, el tráfico parado, motociclistas que transportaban herramientas, paramédicos, ayuda, etc., pitaban para abrirse camino, como pudimos llegamos al Multifamiliar Tlalpan, tuvimos que dejar el vehículo y caminar un par de kilómetros, aquí viví el primer shock: una cadena de al menos 100 personas pasando escombro por escombro, carritos de súper llenos de piedras, algunos otros con cartulinas dando explicaciones, había gente con vida y los minutos eran oro. 

Poco a poco me acerqué a uno de los edificios que colapso, la gente quitaba losas pesadas con cautela, una lámpara apuntaba hacía la pared, dirijo mi mirada hacía ahí, distingo una mano, se trataba de Viridiana García, quién hasta ese momento se encontraba con vida, una sensación helada recorrió mi cuerpo, tomé un respiro e hice algunas fotografías, continúe documentando las labores.
Recorríamos la Ciudad de México para buscar las zonas con derrumbes y en todas se reflejaba lo mismo, en ninguna existían la diferencias de clases sociales, sexo, religión, en todas y cada una de las colonias afectadas sólo existía el trabajo “hombro con hombro”, mi orgullo por ser mexicano crecía, así fueron las siguientes dos noches, únicamente tomábamos siestas pequeñas en banquetas, siempre al pendiente de lo que sucedía.

En la colonia Roma, conocí el poder del puño arriba, en la Condesa al escuchar el himno nacional mi piel se enchinaba y por un momento decidimos dejar las cámaras y unirnos a la cadena para retirar escombros, justo aquí, la noche del miércoles 20, los puños se levantaron, un rescatista logró entrar y en sus brazos saco a Walkiria, una perrita que se encontraba atrapada, los aplausos no se hicieron esperar y continuaron las labores.

Terminé mi cobertura en la capital del país y me trasladé otro par de días al municipio de Jojutla en Morelos, el viaje fue largo, a mi llegada, se observaba la destrucción casi total de esa pequeña ciudad, en algunos lugares se respiraba un olor fétido, en otros, las personas se negaban a abandonar sus construcciones cuarteadas.

El panorama resultaba poco alentador, no había muchos reflectores sobre ellos, la ayuda tardaba más en llegar y la economía no era muy buena. Realizaba algunas transmisiones en vivo para Facebook e intentaba pedir que se les pusiera más atención, el corazón de su gente me comprometía a hacerlo.

Así ocurrió una semana, lejos de casa, de mi novia, mis padres y mis seres queridos pero cerca de México, conocí lo que es el dolor de perder todo en unos segundos, la desesperación y rabia por sacar a tus familiares de entre toneladas de escombro, pero también descubrí que cuando una nación se une pueden ocurrir grandes cosas.

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Redaccion Indicio Michoacán

Redacción

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