Columna El Elogio a la locura

Por José Alberto Guerrero Baena
“Si desaparezco no les crean, no me escapé con nadie,
no me fui de parranda; no me busqué desaparecer por mi vestimenta ni por caminar sola en la calle.
Si desaparezco, búsquenme; seguramente estaré luchando por verlos otra vez.”.
Mtra. Alejandra Vanegas Rodríguez
Abogada, estudiante de letras y madre de familia.
No entienden que no entienden…
Cuando el feminismo se ha vuelto conservador…
Al parecer, seguimos en la misma ignorancia que antes que sucediera la marcha del #8M y el paro de mujeres del #9M. Desde el presidente que sigue confundiendo el paro con un montón de “conservadores moralmente derrotados” hasta las mismas mujeres que siguen denostando un movimiento que está visibilizando lo que nadie queríamos ver: la violencia contra la mujer.
Sin ser un experto en género (únicamente por lecturas dentro de clases y uno que otro acercamiento dentro de mis quehaceres cómo académico y servidor público), me había limitado a imponer dentro de la medida de mis posibilidades, el orden para un respeto hacia la mujer, quizás superfluo o banal, porque me limitaba únicamente a la jurisdicción de mis aulas e instituciones sin realmente preocuparme por lo que sucede en el exterior.
Malo, muy malo porque si me consideraba un científico socialserio, debí experimentar el asomar la cabeza del pozo en el que la sumergí, así como los avestruces, pero hasta que no tuve la anomia frente de mí, fue cuando tiré mi careta de omisión para asumir la de la denuncia.
Mi acercamiento si es muy reciente, quizás oportunista, porque veo a una persona emocionalmente ligada a mí contando con rabia lo que le sucedió y cómo no tuvo las herramientas que ahora las chicas tienen para denunciar todo el acoso, violencia y discriminación que sufren dentro de las aulas universitarias. Y esto en lo escolar, que, si me voy por ejemplo a las instituciones de seguridad, nos podríamos ir para atrás de la serie de abusos y violencia que existe en esos ámbitos.
Imaginen la misma violencia a niveles macro, donde desde acosos, violencia verbal, psicológica, laboral, pasando por las violaciones, desapariciones sumadas a muertes violentas que se han publicitado en los medios de comunicación, donde es aberrante que una sociedad enferma en el siglo XXI todavía justifique esas muertes o esa violencia por aspectos superfluos, como la vestimenta, la profesión o las horas en que estaba la víctima en la calle.
Y esto ha ido escalando a niveles impresionantes de intolerancia y satanización.
El propio gobierno es reflejo de lo que nosotros estamos siendo como sociedad, le preocupa más proteger un monumento público, que proteger los derechos económicos, políticos, sociales y culturales de la mujer. Con ello elude el artículo 21 de la Constitución donde es su obligación el brindar seguridad a todos y todas sus gobernados.
Hoy en día la cosa cambia radicalmente, por fin se han animado las mujeres a denunciar toda la clase de abusos que hay en su contra en todos los aspectos de la vida cotidiana, laboral, académica y política y no puedo ser omiso; por ese camino están muchas de las autoridades de las instituciones donde han sido violentadas las mujeres.
Las escuelas, ese tentador templo del acoso…
Por ejemplo, en las facultades de las universidades, ¿acaso no saben quiénes son sus profesores acosadores y discriminadores?
No me digan que los directores de estas instituciones desconocen a su personal. Esa que se las crean en una carta a los Reyes Magoso Santa Claus. A ver si les trae algo de paz ante sus propias corruptelas al omitir o no sancionar el hecho.
En las elecciones escolares, al momento de pedir el voto para la elección de autoridad, es cuando se dan la tarea de comprometer una serie de prebendas para amarrar los sufragios y es ahí donde se sigue conservando la impunidad ante muchas arbitrariedades.
Es el momento de mayor corrupción en una institución escolar o en cualquiera donde el fenómeno sea recurrente o constante.
Pero es muy fácil ponerse a ver la luna, pero no ver el asteroide que tienes encima con los bien llamados “tendederos del acoso” que han puesto las chicas para exhibir la serie de abusos.
Y no hablo específicamente de una escuela, en prácticamente todos los planteles del país existe el fenómeno, y no es visibilizado, no nos sensibilizamos ante los acosos, desapariciones y violencia existentes en la actualidad contra nuestras mujeres y,en este caso, contra nuestras desprotegidas estudiantes
Pero volviendo al rubro escolar, los directivos de las escuelas por supuesto que saben, por supuesto que tienen conocimiento quehay una serie de testimonios de las mujeres violentadas y donde los sindicatos han puesto un mecanismo de defensa punitivo y aún más humillante solicitando una “censura” para los quejosos.
Para mí, es el momento en que el derecho se ha acabado para dar paso a una defensa pública, no hay otro mecanismo, ya no hay otro camino.
Y es donde me surgen algunas interrogantes:
¿Por qué los sindicatos no mejor advirtieron a sus agremiados y agremiadas, que dejen de andar acosando estudiantes?
¿Por qué no realizaron una asamblea para exhortar a su personal a cumplir con probidad sus labores, en lugar de quejarse con la omisa autoridad?
¿Por qué las autoridades escolares, burocratizan la defensa de las y los estudiantes acosados pasando por un órgano de gobierno que a su vez está invadido por algunos acosadores?
Ha sido muy fácil tapar el sol con un dedo y mirar la luna en vez de solucionar.
¿Qué es lo que no entendemos que no entendemos?
Es un momento histórico para el movimiento femenino en México.
Nosotros los hombres podemos ser empáticos, pero jamás podremos colgarnos de un movimiento social auténtico. Cosa que sí han llegado a hacer los políticos y políticas de diferentes expresiones e ideologías.
Este es un problema que ha sido invisibilizado durante muchos años por la autoridad (de cualquier color) y que ahora, bajo el amparo de un gobierno federal lleno de pretextos para hacerse cargo de sus responsabilidades y de gobiernos estatales y municipales que históricamente, les ha valido sombrilla el destino de las mujeres.
Tenemos un problema de índole netamente cultural.
El cambio de mentalidades viene desde la esfera íntima del hogar, donde es la verdadera escuela de conocimientos y de adquisición de costumbres y tradiciones. Hoy en día nuestras prácticas son de corte ancestral y violenta donde perpetuamos y estigmatizamos todo a las mujeres.
Porque hemos ido perpetuando prácticas donde hemos hecho invisible nuestra intolerancia.
Por ello la necesidad de ellas de desaparecer, aunque sea un día, de la esfera pública; de que metafóricamente no sepamos dónde están, ni que sean parte de los sectores productivos de este país;que nosotros nos enteremos y entendamos su ausencia; que nos sensibilicemos cuando una sola persona no aparece y se nos viene la histeria individual y colectiva.
Esto obviamente es una metáfora, pero trasladen estas situaciones a miles de desapariciones, violaciones y acosos existentes en nuestro país, donde lo menos que hace la autoridad es creer en las víctimas.
Esta cercanía al fenómeno, por lo menos a mí me cambió totalmente la percepción de lo que sucede. A mí ya no me importa si pintarrajean o destruyen el patrimonio de una ciudad y otra, es necesario un desfogue de tanta impotencia, coraje y el temor de décadas de violencia.
Dinero hay y de sobra para reparar un edificio dañado.
Pero no hay dinero para reparar a una mujer víctima de acoso, violación o a una mujer muerta o desaparecida.
No es prioridad para este gobierno o los anteriores y lo han manifestado en la práctica.
Porque la violencia que vivimos no es la misma que ellas viven diario al salir de su casa y escuchar el improperio vulgar del vecino morboso, del que se les repega en el transporte público, del profesor acosador o discriminador con diálogos misóginos, por la violencia laboral al no recibir la misma percepción económica en puestos iguales con un hombre, por el infortunio de arreglarse como ellas quieren y tener que ser presa de las miradas y juicios de valor por esa situación.
Una y mil batallas están librando diariamente y nosotros (hombres, algunas mujeres, la sociedad costumbrista y el propio gobierno) seguimos ciegos. No hay políticas públicas definidas para beneficiar a las mujeres porque nunca fueron prioridad.
Pero sigamos pensando que el feminismo es conservador y financiado por George Soros.
Por ello insisto, no entendemos que no entendemos.
Porque no somos ellas.
Investigador del Foro Latinoamericano de Antropología del Derecho.
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