Si los principales problemas de nuestro país se solucionan con mejor educación…

 Si los principales problemas de nuestro país se solucionan con mejor educación…

Por: Omega Vázquez Reyes.

No será una columna pesimista pero si realista, les voy a contar porque el “echarle ganas” no es suficiente, es una trampa. La desigualdad dolorosa, ventajosa, machista, discriminatoria que vivimos todos los días en la realidad no es cuestión de voluntad, es el resultado de un sistema complejo y perverso que nos continente.

Estoy segura que has escuchado muchas veces las frases “échale ganas” “son pobres porque quieren” “El que persevera, alcanza”
Pero para una gran cantidad de mexicanos, esto es sólo una ilusión que mantiene la Fe y preserva la “estabilidad”.

Para muestra un botón, ayer, me reuní con una amiga que la está pasando muy mal, ella vive en una colonia de la periferia del norte de Morelia, la he estado apoyando porque me parece una mujer que verdaderamente quiere salir adelante, dispuesta a ayudar a otros y así misma, hace poco con las lluvias su pequeña casa de cartón se inundó por completo y perdió sus pocas pertenencias. Mari, Paso ayer a mi oficina por un regalo, mientras platicábamos, se acerca mi hijo menor que venía de una librería muy contento, le muestra uno de sus libros y le pregunta si quiere leer, a lo que Mari le responde, “yo no sé leer”. (Yo no sabía que Mari Rosas no sabe leer) tiene aprox 30 años. Esto me cimbró por completo, mientras mi hijo de cinco años le decía no te preocupes, yo te enseño, yo me quedé viéndola y pensando, esta mujer es trabajadora, siempre está abogando por sus vecinas, cuida a tres pequeños que le dicen mamá, aunque no lo sea y me dice que se quedó en segundo de primaria pero que ojalá vayamos a su colonia porque los niños tampoco saben leer. 

¿Acaso tú serías capaz de decirle que le eche ganas y que es pobre porque quiere? ¿Podemos acaso alcanzar a imaginar las condiciones de su infancia? (que son muy probablemente las mismas que la de los niños que cuida). ¡No! no es cierto que la educación llega a todas las niñas y los niños, no es cierto que aunque logren ir a la primaria algunos años o algunas horas de la semana, adquieren las habilidades necesarias para ser productivos, para generar su propio ingreso, digno y con posibilidad de crecer. Las cifras que son más frías, siempre acompañan mi narrativa: según el Coneval, una persona cuyos padres no terminaron la educación básica tiene menos del 2% de probabilidad de terminar una carrera. Luego entonces, de aquello de “echarle ganas” ya ni hablamos.

Y probablemente me dirías, “Yo conozco el caso de un señor que vendía naranjas y luego hizo un emporio de plásticos y se hizo millonario y hasta compró un equipo de fútbol” o “yo conozco el caso de otro cuate que no terminó la secundaria y ahora es regidor o diputado o secretario de primer nivel”  sin embrago, sería iluso pensar que estas historias son una generalidad  positivamente alcanzable.

Hemos coincidido también en que la educación es la solución para algunos de los principales problemas de nuestro país; la inseguridad, el desempleo, la violencia, el machismo, la discriminación, la contaminación, etc. Pero ¿qué tipo de educación? Le educación pública actual y desde hace décadas, es un agujero negro de recursos, viciada hasta el tuétano por intereses económicos y políticos.

¿Ésa es la educación que tiene por misión salvar a nuestro país?
Mientras en los rincones hay maestros y maestras dispuestas a recorrer a pie los municipios para llegar a donde los necesitan, a trabajar muchas veces sin paga y en condiciones, francamente inhóspitas, hay muchas y muchos otros que ocupan plazas por infinidad de motivos, excepto la vocación o el trabajo por la educación.

Por eso siguen multiplicándose miles de  historias de mujeres como Mari, que no tuvieron ninguna posibilidad, de quienes no dependió nada, excepto adaptarse, esperar lo mejor y no convertirse a la delincuencia.
Aceptar “los hijos que Dios le mande” (propios o ajenos) ser utilizadas y engañadas por políticos una elección tras otra, esperar que algo cambie con posibilidades mínimas de desarrollo. Eso es violencia sistémica, es  resultado de la simulación de hace tantos años,  es la violencia de un sistema que se ensaña con un espectro cada vez mayor de la población, aleccionada para convertirse en empleados, obreros, “amas de casa”, para que seas productivo o mueras en el intento, sin permiso para pensar más grande, educado por la Tv para abrazar la pobreza como una virtud. 

Tengo que decirlo, si dependemos de este sistema educativo para solucionar las problemáticas socioculturales, sistemáticas, arraigadas de México, estamos fritos.

Sería injusto decir que no han existido proyectos que han intentado dignificar la educación, el modelo Cendi es un buen ejemplo, donde las madres trabajadoras pueden llevar a sus hijos para recibir una atención integral, atención médica, nutricional, además de la educación básica.
Un modelo que pesar de los embates, se niega a desaparecer y a ser coptado por el modelo tradicional, debemos acercarnos a un ideal de educación libre, efectiva, completa, donde las niñas y los niños adquieran amor por la lectura, respeto por ellos mismos por el medio ambiente, herramientas para que proyecten su pensamiento y no para que lo encasillen en planas y planas repetitivas de información irrelevante para su desarrollo integral. 

Que sea esta la primera parte de la trilogía, me encantaría seguir escuchando tu opinión, escríbeme @OMEGA Vazquez en FB e Instagram.

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Redaccion Indicio Michoacán

Redacción

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