A ojo de buen cubero, más mujeres… en el poder???

El miércoles próximo se cumplirá el 65° aniversario de la implementación del voto femenino en México, no se asuste, ni me abandone en la lectura estimado lector, este artículo no será electoral, mucho menos partidista, más bien pretendo que reflexionemos juntos de la trascendencia del suceso, cuánto hemos avanzado al respecto y cuáles son las oportunidades que tenemos.
Solo porque sé, me conceden la bondad de su atención algunos jóvenes y adultos, quienes tal vez imaginan que las cuestiones del voto ciudadano siempre han sido como ahora, haré una muy breve semblanza, breve lo prometo, la historia de pronto aburre, más incluso que las transmisiones del futbol con los comentaristas de televisa, a colación de esto último, un destacado jurista, querido y estimado Maestro me dice, él ve los deportes sin sonido.
Hasta antes del 17 de octubre de 1953, para las elecciones de Presidente de la República, Cámaras de Diputados y Senadores, Gobernadores de los Estados y Congresos Locales, las mujeres no tenían derecho al voto, solo se les permitía en algunas muy contadas entidades federativas, participar en las elecciones municipales -lo aclaro no en todo el país- las causas que se aducían eran múltiples y no alcanzaría el presente texto para precisarlas, únicamente citaré se mencionaba una incapacidad para participar en la toma de decisiones políticas, partiendo desde las físicas hasta las mentales, incluso no se les reconocía como ciudadanas de nuestro país “las mujeres para tener hijos, labores de casa y la iglesia” señalaban.
A partir de 1953, ha habido una evolución en la participación de las mujeres en la vida político-electoral de nuestro país y como consecuencia, en su incursión en la vida pública y laboral, lento pero avance al fin, iniciando con plasmar en texto constitucional la igualdad del varón y la mujer ante la Ley, la protección de la organización y el desarrollo de la familia, además de plantear el derecho a decidir de manera libre, responsable e informada, sobre el número y espaciamiento de los hijos, así como diversas prerrogativas laborales; posteriormente la materialización del ejercicio de acciones afirmativas temporales como las cuotas de género, las cuales han sido básicas para lograr el incremento de mujeres en la participación política en los congresos federales y locales, hasta llegar a la reforma político-electoral de 2014, donde se propuso pasar de las cuotas a la paridad de género en las candidaturas para algunos cargos de elección popular, lo cual vino a complementar el marco normativo de protección de los derechos humanos de las mujeres.
Aquí las cuestionantes ¿Ha sido suficiente el posicionamiento de la mujer en la vida pública? ¿Qué resultados existen de acceso de mujeres al poder? ¿Han permeado las reformas constitucionales a toda la administración pública? ¿Cómo se encuentran las instituciones públicas a este respecto? ¿Cuál es el origen del problema? Reflexionemos juntos, analizando datos duros que nos auxiliaran a formar nuestra opinión.
En mi concepto, la mujer no ha obtenido el posicionamiento que se merece en la vida política del país, debemos reconocer que en los casos de la integración de las Cámaras de Diputados, Senadores, Congresos Locales, así como la composición de ayuntamientos, se han obtenido resultados muy favorables al grado de casi lograr la paridad de género, producto de que ahora las ofertas electorales deben ser paritarias y la ciudadanía ha reconocido la capacidad de la mujer para inmiscuirse en las cuestiones gubernamentales de los órganos en comento, pero ¿Qué pasa en aquellas instituciones donde no es la voluntad popular la que interviene? Para muestra un botón, como dice Doña Chelo Ojeda:
La Suprema Corte de Justicia de la Nación de 11 integrantes solo 2 son mujeres; Consejo de la Judicatura Federal, 5 hombres, 2 mujeres; Sala Superior del Tribunal Electoral del PJF, 5 Magistrados por 2 Magistradas; al día de hoy de 32 Gobernadores solo hay 1 mujer –Sonora- próximamente se sumaran 2 más, la Ciudad de México y Puebla, es decir 29 varones y 3 mujeres; En el gabinete cercano al Presidente Enrique Peña Nieto, en las 23 Secretarías de Estado al inicio de la administración se integraron solo por tres mujeres en Turismo, Salud y Desarrollo Social; En Michoacán el Supremo Tribunal de Justicia, tiene 19 magistraturas, de las cuales solo 4 son mujeres; en el Consejo del Poder Judicial, ninguna mujer; Tribunal Electoral del Estado 1 Magistrada y 4 Magistrados; el Gabinete cercano al Rector de la UMSNH solo contempla en su página web 3 mujeres de 9 integrantes; y como Directores a nivel licenciatura 21 hombres y 5 mujeres.
Desde mi perspectiva, donde la ley no obliga, se sigue discriminando la participación de la mujer, y esto que hemos visto, únicamente son los titulares, si analizáramos la integración de los órganos, nos daríamos cuenta que los principales cargos, Direcciones, Subdirecciones, Coordinaciones y Jefaturas de Departamento las monopoliza el sector masculino, y es a las mujeres a quienes se dejan funciones operacionales, secretariales o de servicios generales. El año pasado, por estas fechas, el titular de un organismo autónomo de Michoacán declaró que su órgano cumplía en exceso con la paridad de género en la contratación de personal, solo olvidó precisar que ninguna estaba en cargos de dirección.
Aún quedan grandes brechas de desigualdad, por lo que es el momento de fortalecer las políticas públicas que permitan caminar en igualdad de oportunidades; se requieren mujeres trabajadoras, empoderadas y emprendedoras para asumir la oportunidad además del gran reto de contribuir con el desarrollo económico, social y político de nuestro país. El objetivo final es lograr el cambio cultural que permita a cualquier persona, realizar su proyecto de vida. Para ello falta lograr mayor visibilización de las mujeres por parte de los medios de comunicación y eliminar los estereotipos establecidos por la sociedad sobre el papel que debe desempeñar la población femenina, pero sobre todo garantizar el efectivo ejercicio de sus derechos y que sean las propias mujeres quienes suban a las mesas de debate las problemáticas apreciadas desde su perspectiva de género, con un interés común equilibrado con el sector masculino, esto es lo que a ojo de buen cubero percibe quien esto escribe.
M en D Alfonso Villagómez León