Columna | De la policía, ¿quién nos cuida? por Julio César Calderón

Según cifras de las autoridades federales durante los primeros seis meses de este año fueron asesinadas 17 mil 982 personas en México. Se trata, en promedio, de casi 100 asesinatos de forma premeditada todos los días en 2020, la mayoría de ellas con armas de fuego. Es un nivel de violencia inédito para un primer semestre en el país.
Las víctimas de homicidio y feminicidio reportadas oficialmente en los primeros seis meses de este año superan en más de 300 a los 17 mil 653 registrados en 2019, que hasta ahora ostentaba el nivel más alto de violencia del último cuarto de siglo.
La violencia no ha dejado de crecer desde que se inició la mal llamada “guerra contra el narco” en el año 2006, fue entonces que el baño de sangre comenzó y hasta hoy no se ha podido detener. Pero ¿por qué sucede esto?, son muchos los factores que rodean el ámbito de seguridad como la educación, la falta de empleo y oportunidades, pero creo que se debe en gran medida a la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno para poder llevar a cabo una estrategia en común.
Un punto clave es la descomposición rampante dentro de las policías locales, pues ha salido a relucir el lado oscuro de los encargados de la seguridad, dado que en su mayoría tienen ciertas características en común como la corrupción, la ineficacia, la colusión con el crimen organizado, la falta de estrategia, la nula capacitación en protocolos de seguridad y el desconocimiento casi total en el ámbito de derechos humanos que conllevan a la brutalidad.
Tan sólo durante este año hemos sido testigos del abuso que las fuerzas policiales han ejercido sobre la ciudadanía. Y es que hay que decirlo, nuestros policías (en su mayoría) no cuentan con la capacitación adecuada, no pasan los exámenes de control de confianza, sus sueldos son bajos lo que provoca que se corrompan fácilmente y a todo esto se le suma la falta del equipo necesario para poderse defender ante alguna situación complicada.
Todo lo anterior, ha terminado afectando directamente a la ciudadanía, pues hemos visto casos muy lamentables donde policías matan y violan a jovencitas, siembran droga a gente inocente, extorsionan y levantan a los ciudadanos, utilizan la fuerza excesiva quitándole la vida a una persona por faltas administrativas o delitos menores, por mencionar algunas.
Basta con recordar lo acontecido hace unos días en Morelia, donde policías municipales asesinaron a Julio César Chagolla, un joven de 28 años que tenía una discapacidad mental y que a consecuencia de ésta entró por error a la casa de un vecino, por lo que los inquilinos de la vivienda solicitaron el apoyo de los uniformados. Cuando los encargados del orden llegaron al lugar de los hechos, Julio se puso nervioso y en su desesperación salió corriendo a lo que respondieron con ocho detonaciones fulminantes que atravesaron su cuerpo matándolo inmediatamente.
La indignación de los morelianos fue tal, que el sábado pasado un grupo de manifestantes acompañados por la familia del ahora occiso irrumpieron el informe de actividades del Presidente Municipal Raúl Morón, donde en un ambiente tenso, lleno de calificativos negativos hacia su administración, hacia su persona y sobre todo hacia la Comisionada de Seguridad Julissa Juárez se logró llegar a un acuerdo y ante la insistencia del colectivo se separó de sus funciones a la encargada de la seguridad mientras se realizan las investigaciones pertinentes.
¿Cuántas veces hemos visto estos escenarios en nuestro país?, ¿hasta cuando seguirán pasando este tipo de atropellos?, ¿realmente llegará el día en que podamos confiar en nuestra policía?, ¿nos tenemos que cuidar no solo de los delincuentes si no también de los uniformados?…
Son preguntas que los ciudadanos nos hacemos pues hemos llegado a un momento de incertidumbre, donde no nos sentimos seguros con la presencia de los representantes de la ley, al contrario, hay temor y desconfianza a ser extorsionado, levantado o incluso asesinado. Los mexicanos coincidimos en que nos sentimos abandonados por el sistema de justicia, nos da miedo exigir que se respeten nuestros derechos por las represalias que esto conlleva, nos da la impresión de que la ley protege al delincuente y hace a un lado al que clama justicia. Según cifras de Impunidad Cero solo 1.3% de las víctimas en México recibe justicia por parte de las instituciones gubernamentales, lo que representa que el 98.3% quedan impunes, de ese grado es la putrefacción del sistema.
Es urgente que las policías locales, estatales y federales comiencen a modernizarse, depurarse y capacitarse donde el único objetivo sea el de proteger a la ciudadanía. Desde luego no es una tarea sencilla, pues no solo se necesita voluntad política si no también presupuestal, dado que las policías locales principalmente, han sido abandonadas a su suerte por los gobiernos estatales, se han visto acorraladas por el narcotráfico y han tenido que ceder ante sus advertencias, y no necesariamente porque sean corruptos si no porque no tienen como hacerles frente.
Si no se toman cartas en el asunto de seguridad viendo la estrategia desde la más pequeña de las agrupaciones policiales en el país hasta la nueva y reforzada “Guardia Nacional” en conjunto, la guerra, la corrupción y todo lo que esto desencadena no va a ceder nunca y seguiremos viendo como las cifras de homicidios y violencia aumentan. Esperemos que pronto podamos tener una policía confiable y eficiente, mientras tanto ¿quién nos está cuidando?…