Columna: El Elogio a la locura

Por José Alberto Guerrero Baena
Alejandra Vanegas Rodríguez
“Llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores
o por nuestras acciones inicuas fue enviada sobre los mortales
por la justa ira de Dios para nuestra corrección que
había comenzado algunos años antes en las partes orientales
privándolas de gran cantidad de vivientes”.
Giovanni Boccacio
“El Decamerón”
Los mexicanos somos inmunes a todo.
Menos a nosotros mismos…
Desde el jerarca del país, hasta el más humilde padecimos de soberbia…
Como lo mencioné la semana pasada en la columna anterior, normalmente los mexicanos, ante las catástrofes y ante episodios que nos dejan una profunda huella, solemos tomarlo con mucha ironía o, en su defecto, con un profundo humor negro. Jugamos con nuestra propia desgracia, que quizás sea una de las variables que nos han podido mantener a flote en momentos difíciles.
Pero ante las recientes pandemias que ya todos conocemos y que perfectamente sabemos la forma de prevenirnos y que de sobra hay un bombardeo de información vía todos los canales de información, hemos optado por dejar a un lado la información científica y hemos privilegiado nuestras propias necedades por encima del bienestar individual y común.
Es la soberbia que nos ha llevado a tomar esta “cuarentena” como unas vacaciones adelantadas, a seguir saliendo a la vía pública (sin necesidad, porque las personas que trabajan sin duda hacen un esfuerzo titánico por salir trabajar y prevenirse), donde la controversia ha radicado que desde la personas más importante de este país, hasta el más común de los ciudadanos tomó muy a la ligera las recomendaciones epidemiológicas, sanitarias y psicosociales, y ahora vemos cómo es que se tienen que tragar sus propias palabras ante la gravedad de la situación en nuestro país.
Nos gustan los malos ejemplos, repetirlos, expandirlos y, sobre todo, alentarlos. A los mexicanos nos gusta la mala vida y nos escudamos en una falsa historia de fortaleza que nos han vendido desde la narrativa gubernamental para poder seguir reproduciendo un modelo épico histórico mágico musical que por el momento no necesitamos y tampoco debemos aludir.
¿Si somos una raza fuerte los mexicanos?
Pues, así como nos la ha querido vender el Tlatoani de Palacio Nacional, sinceramente… no.
Si hay detrás de los elementos históricos y épicos de una raza fuerte y de grandes gestas heroicas, situaciones que se han querido ocultar porque desmitifican la narrativa gubernamental actual y al de la época de los setentas, que parece que es una reminiscencia vivencial de aquella época nuestro actual devenir.
El presidente de la República, maneja una narrativa, barata, fácil, ramplona, para poder eludir la creciente impopularidad que se estádando por el manejo de la pandemia, se está portando de manera mezquina porque el mentirle a la población con historia que puede ser desmentida fácilmente con investigación seria y profunda, nos delata que el pueblo mexicano ha sido débil ante situaciones como las epidemias y pandemias que ha habido a lo largo de la historia de nuestro país.
En efecto, no somos una raza fuerte. Si así fuera, entonces la conquista de nuestro país se hubiera extendido por décadas, debido a que el mexica, el purépecha o etnia que usted me quiera acomodar hubiera tenido fortaleza física, étnica y biológica,podría haber resistido a las viruelas, sarampión y otras enfermedades medievales que terminaron por ser el detonante de la victoria de los castellanos y la colonización del país.
Y si usted, amigo lector, no lo cree, le invito a que investigue en las láminas del Códice Florentino donde hay ilustraciones al respecto. No me crea, busque, indague, analice y vaya creando su propio criterio.
El uso maniqueo de la historia ante la emergencia.
Y estoy hablando de 1521,1531,1692,1737, 1768,1833 (cuandosurge la pasión de Cristo de Iztapalapa) 1924-1925 y año endémico que usted quiera investigar, hay testimonios históricos más allá de lo que diga el presidente.
Siempre hay que hacer una revisión histórica antes de escuchar las mitomanías de un tipo que no usa gel antibacterial para desinfectar sus manos, ni se recluye en su casa (Palacio Nacional) siguiendo las recomendaciones de sus propios epidemiólogos, ante la posibilidad de haber sido contagiado del virus, debido al contacto con portadores. La contradicción desde las altas esferas del poder.
Recuerde usted que siempre hay un tweet o post que desmiente lo que el entonces candidato, hoy gobernante, mentía a la población.Y por otro lado, hay investigadores serios que con hechos y datos desmitifican todo lo que se diga como “verdad absoluta”.
Y así podemos ir haciendo un recuento de las epidemias y pandemias que han ocurrido en nuestro país y que han desnudado la llamada “fuerza” de los mexicanos. Han sido parte de lasgrandes derrotas, de nuestras grandes alusiones religiosas que han sido glorificadas por encima de las políticas sanitarias existentes en diferentes épocas históricas de nuestro país.
A nosotros los mexicanos, los debates ciencia versus religión siempre han sido el pan nuestro de cada día.
Y no porque privilegiemos a la ciencia como ese verdadero motor de soluciones, sino porque en ese debate ha entrado la política y desde el púlpito presidencial se ha manejado una especie de teísmo, mezclado con teorías ramplonas y sordera testicular que impide ver la razón por encima de la verdad comprobable.
Siempre los mexicanos somos soberbios ante las situaciones de epidemias y pandemias.
No aprendemos de nuestras propias desgracias y ahí es donde nos debatimos el uso maniqueo de la historia con fines doctrinales. Y eso es muy peligroso, tanto así que nuestro sistema de salud puede colapsar porque sin hacer una revisión histórica propia, seguimos manteniendo los mismos usos, costumbres insanos y llenos de necedad ante el tibio llamado gubernamental.
Para nada somos fuertes.
Viruela, sarampión, gripe española, influenza en tiempos de Calderón y ahora el Corona Virus han sido las causas de las grandes derrotas del pueblo mexicano. Sumergido siempre en ese laberinto de la soledad perpetuo que posteriormente nos lleva al martirologio del que ya les hemos hablado y que estáfundamentado en ese sentimiento religioso que nos domina, inclusive por encima de las propias autoridades médicas de este país.
¿Soluciones?
¿Policía del jabón?
¿Estado autoritario?
Qué demonios…
Las soluciones ya sabemos cuáles son.
Sería muy repetitivo volver a mencionarlas en este espacio ante el bombardeo de información que hay. Lo que sí es necesario cambiar o revolucionar es el chip o mentalidad de la población.
La solución de la pandemia es una situación muy sencilla si usted amable lector la quiere ver: conviértase en la policía del agua y del jabón.
No esperemos a que llegue la suspensión de garantías que quizás muchos fatalistas o el mismo gobierno está buscando para justificar la inacción de la población. Tenemos un escenario de dos semanas de retraso con respecto a otras latitudes donde el virus se ha expandido y donde ha sido la hecatombe de los servicios de salud en el mundo.
Hay casos como China y Corea del Sur, donde el uso de las tecnologías fue combinado con la fuerza del Estado para “invitar” a la población a permanecer en sus domicilios, donde en el transporte público se detectaba la temperatura corporal de los ciudadanos y en el uso de los datos biométricos se coaccionaba a resguardarse en su domicilio a cumplir con la cuarentena obligatoria, so pena de recibir toda la fuerza jurídica y social del estado.
¿Necesitamos eso los mexicanos?
Yo creo que sí.
Mientras sigamos pensando que esta etapa son vacaciones, con las fiestas masivas en nuestros domicilios, sin la higiene adecuada para la entrada a nuestros domicilios, seguiremos reproduciendo los mismos escenarios de derrota de 1521.
La historia sirve de mucho, para evitar los errores pasados y poder planear el presente y el futuro.
Pero cuando tenemos ciudadanos que creen en un “detente” o siguen creyendo que son fuertes porque el presidente dice, no tenemos futuro. Por ello, los mexicanos no somos inmunes ni fuertes, somos nuestro propio veneno.
Y en efecto, no tendremos futuro, porque la selección natural hará su parte, exterminando a los ilusos y soberbios.
Investigadores del Foro Latinoamericano de Antropología del Derecho.
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