Rompiendo Techos de Cristal ¿Ahora qué sigue? por Carlos Eduardo Cornejo Ballesteros.

La elección como nueva Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández representa un hito en la vida institucional de México. El máximo tribunal constitucional del país no es sólo una de las instituciones más longevas, también es una de las más patriarcales. Desde su creación, en el año de 1825, las Presidencias siempre fueron ostentadas por hombres, hasta el día de hoy tan sólo 14 mujeres han sido designadas como Ministras.
Sí. La Ministra Piña ha roto un techo de cristal, uno que estaba totalmente sostenido por las reglas tácitas de un pacto patriarcal que persiste como uno de los obstáculos más infranqueables para toda mujer que busca despuntar dentro de cualquier institución. La crítica y la descripción del talante masculinizado de la impartición de justicia en nuestro país no debe soslayar los esfuerzos que las últimas Presidencias de la SCJN y del Consejo de la Judicatura han llevado a cabo en pos de una igualdad sustantiva.
Sin duda las acciones afirmativas al interior del Poder Judicial han tenido un efecto positivo en la vida y desarrollo profesional de muchas mujeres. Los exámenes exclusivos para mujeres para obtener el nombramiento de jueza o de magistrada dan cuenta de ello; las políticas para la conciliación de la vida laboral con la personal y familiar, nos hablan de un primer entendimiento de aquellos factores estructurales e individuales que limitan el desarrollo de las mujeres en la institución. En este loable contexto se inserta la llegada de la nueva Presidenta de la Corte.
No obstante, no debemos confundirnos. La Ministra Piña, llega no por estas acciones afirmativas, ni por las graciosas concesiones que a veces tienen los órganos dominados por los hombres. Por propio derecho y en consecuencia a su esfuerzo, consistencia y preparación, la nueva Ministra llega al máximo cargo en la carrera judicial. Cuando uno revisa el perfil profesional de la Ministra, entiende su elección: profesora de educación primaria, abogada, especialista en pedagogía, maestra y doctora en derecho; a todo lo anterior, hay que sumar una larga trayectoria con diversos nombramientos dentro de los diversos órganos del Poder Judicial Federal.
En la esfera pública, el tema del plagio en el que está involucrada una de sus compañeras ministras, robó reflectores a la designación de la Dra. Piña. Este tipo de factores, aunados a la lamentable politización que experimentó la Corte en la Presidencia saliente, prefiguran que la labor judicial de la Ministra tendrá como telón un contexto nacional en el que la polarización y los cambios normativos lanzados por el Ejecutivo marcarán el tono de la conversación e interacción entre los diferentes órganos de poder.
Además de la coyuntura ya esbozada, sabemos que en cuanto una mujer rompe el techo de cristal, inmediatamente se posa sobre ella un escrutinio que no experimentamos los hombres. Lo hemos visto en los espacios políticos y de gestión púbica. Trascender estos primeros meses de báscula machista, requerirá de afianzar los aún cortos pasos que se han dado para la igualdad de género dentro del Poder Judicial. Estos primeros momentos precisan de un involucramiento de todo el funcionariado de este órgano constitucional; pero sobre todo precisa de la toma de conciencia y acción por parte de los hombres al interior de la Suprema Corte, juzgados y tribunales federales. Reconocer los privilegios y ventajas que todavía tienen en los nombramientos y convocatorias; analizar y denunciar los casos de acoso y hostigamiento persistentes; mantener una formación continua en temas de género y en justicia con perspectiva de género.
La Ministra Piña rompió un gigantesco techo de cristal, pero cada mujer en el Poder Judicial Federal ejerce su función bajo uno propio. De su nombramiento puede germinar un compromiso real, sensible y decidido por parte del funcionariado masculino para entender que el género también les interpela y que bajo esta perspectiva pueden ser finalmente un agente de cambio para condiciones más justas y sin discriminación para las mujeres.
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Buen artículo. Los autores en temas de género son igualmente grandes demócratas. Felicitaciones!