Sin dinero ni clientes, trabajadoras sexuales en tiempos de COVID-19

- Para trabajadoras sexuales el aislamiento obligatorio no es opción
Por César Abrego
Morelia, Michoacán.- Sin ingresos para llevar el sustento a sus familias se han quedado trabajadoras sexuales de Morelia derivado de la emergencia sanitaria por la pandemia del Coronavirus, pues pese al confinamiento obligatorio ordenado por el gobierno estatal, la afluencia de clientes en busca de sus servicios se redujo prácticamente en un 90 o 95 por ciento.
Ello, sin contar que una parte de las mujeres que ejercen el trabajo sexual son de mayor edad y ven aún más complicado generar ingresos mediante “el talón” o alguna otra actividad económica, ello sin contar los riesgos que conlleva no seguir el confinamiento o la famosa cuarentena en sus viviendas.
Con más de 20 años ejerciendo el trabajo sexual en las inmediaciones del Jardín de las Rosas, la antigua central y la plaza del Carmen, en pleno corazón de Morelia, Betty, María e Isabel se encuentran en una situación desfavorable ya que ni seis horas en espera de un “ratito” han sido suficientes para sacar siquiera para el transporte de regreso a casa.
“No podemos salir a trabajar y si salimos, no hay nada… en un día normal tenemos hasta unos cuatro clientes, les cobramos 150 pesos: 50 del cuarto y 100 para nosotras”, reveló María, quien incluso refirió que a veces en el “regateo” la tarifa se reduce a 100 pesos con todo y la habitación del “cinco letras”.
De María dependen económicamente todavía tres de sus hijas, una de ellas menor de edad, por ello el miedo del COVID-19 o los riesgos del oficio quedan de lado cuando de llevar un plato a la mesa o darle a sus retoños la oportunidad de estudiar.
Agradece que, en más de dos décadas de ejercer el trabajo sexual, su único inconveniente (en un principio) fuera la vergüenza, después que no le pagaran por sus servicios, pero afortunadamente nunca haber sido golpeada o abusada por quienes contratan “un ratito”.
“Mis hijas (que ya saben) no quieren que trabaje, pero ellas no pueden apoyarme. Tengo que buscar la forma de llevar las tortillas, ni modo que nos comamos la comida pura. Un ‘ratito’ o dos que se haga uno, unos 100 o 200 pesos, estirándose poquito ya alcanzan para unos días”.

A las jóvenes son a las que buscan…
“Nosotras fuimos jóvenes y también arrasamos”, remató Isabel al comentar sobre la preferencia de los clientes hacia trabajadoras sexuales jóvenes, y lo complicado que se torna para las de mayor edad ser contratadas para un servicio. Aunado a la escasez que en las últimas tres semanas ha visto por el temor al contagio del COVID-19.
Desde hace 20 años Isabel ha ejercido el trabajo sexual, aunque no reveló su edad sí compartió que tiene cuatro hijos: uno que ya va a la universidad, otra que estudia el bachillerato y dos más la secundaria.
Los gastos son complicados, dice, puesto que además de ser padre y madre a la vez, sus dependientes ya no reciben apoyos económicos escolares, anteriormente Prospera, y aún están en espera de percibir las becas “Benito Juárez” promovidas por el gobierno federal.
Tras separarse del padre de sus hijos y años en “el talón” intentó retirarse y poner su comal de tortillas a mano, pero no le funcionó; después emprendió su negocio de frituras y maquinitas el cual le generaba ganancias cercanas a los mil pesos mensuales.
“Era una ayudita más… lo bueno que no pago renta, más lo que vendo ya me ayudaba para mantener a mis hijos”. Sin embargo, derivado de las medidas de seguridad sanitaria por el Coronavirus es que cerró, “y quebré, ahorita no tengo dinero para volver a surtir”, dijo con lágrimas en los ojos.
Isabel prefirió omitir más datos sobre su vida personal e incluso pidió no ser fotografiada de ninguna manera, pues aunque su familia conoce sobre el ejercicio del oficio, teme por los comentarios que conocidos puedan verter sobre sus cuatro hijos para lastimarlos.
Rechazando los dichos que refieren “al trabajo fácil” de las trabajadoras sexuales: “nos tratan mal, nos agreden verbalmente, recibe uno humillaciones, pero tenemos que soportarlo por la necesidad”.
Betty, una vida de trabajo en calle
Desde los 17 años Betty se dedica al trabajo sexual en las inmediaciones de la antigua Central de Autobuses y la calle Eduardo Ruiz, en el centro de Morelia, lo más difícil del oficio, dijo, eran los operativos policiacos en donde las encerraban por horas en lo que hoy conocemos como barandillas y era prácticamente un día de trabajo perdido.
A sus 65 años tiene una hija y una nieta, a quienes apoya económicamente, pero reconoce que actualmente lo más complicado es la preferencia hacia las trabajadoras sexuales jóvenes, sin embargo, todavía conservan a sus clientes de años, los cuales las siguen buscando.
“Se nos complica porque nos ven de edad los nuevos clientes que llegan buscan jóvenes, y aunque estén viejitos las buscan a ellas. Lo que hacemos es conservar clientes de nuestros tiempos, hay unos que no se si se encariñaron o les gusta como los tratamos que nos siguen buscando”, expresó.
Refirió que si bien tanto el estado como el municipio han anunciado medidas de confinamiento y sana distancia para evitar la propagación del COVID-19, debido a la necesidad continúa saliendo a trabajar aun con los riesgos que esto conlleva.
Tanto Betty como María se mostraron renuentes a acceder a algún crédito o préstamo, como los anunciados por autoridades estatales, pues consideraron que sus ingresos no son estables, “hoy tenemos y tal vez mañana no”. Mientras que Isabel opinó lo contrario, pues otra forma de generar ingresos es mediante su negocio de frituras y maquinitas.
Para ellas resulta más factible acceder a los apoyos alimentarios que los gobiernos estatal y municipal han puesto en marcha. No obstante a ninguno han podido acceder.
Únicamente el Colectivo Michoacán es Diversidad y Convihve entregaron una serie de despensas a cada una de las trabajadoras sexuales.
Lo anterior, gracias al apoyo que a su vez dio la agrupación Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” con algunos víveres para las despensas que en días pasados comenzaron a dispersarse con este sector de la población, aunado a las nueve solicitudes dirigidas a SíFinancia a fin de acceder a algún crédito económico.
Finalmente y mientras se sigue luchando para minimizar los riesgos y contagio del Coronavirus en Morelia y el estado, las puertas del albergue Convihve continúan abiertas (Manuela Medina #667 Colonia Las Jacarandas) para las donaciones que la ciudadanía pueda realizar en apoyo a los y las trabajadoras sexuales, cuyo horario es de lunes a viernes de nueve a nueve.
