8M por Arnulfo López Soto

 8M por Arnulfo López Soto

Quiero empezar esta columna expresando que la intención de la misma es dar una opinión objetiva y analítica sobre el tema de las mujeres y todo lo que este conlleve. No es, ni será nunca mi intención ofender o ser hermético a la lucha que ellas y todos enfrentamos, pero sí es mi intención señalar en qué, bajo mi perspectiva, hemos fallado. Opinar sobre tal tema es entrar, sin duda alguna, a un terreno demasiado escabroso y peligroso. Y no porque no tengamos la capacidad de hacerlo, sino porque tanto el que escribe y el que lee, pueden perder la objetividad en cualquier momento. Espero esta no sea la ocasión.

Cada año, a partir de 1975, el 08 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), institucionalizó tal fecha con dos propósitos claros: igualdad, y no discriminación para la mujer.

Cabe mencionar que la celebración del ya mencionado día – entendiéndose correctamente la conceptualización de la palabra celebración – data , incluso, desde la revolución industrial (siglo XIX), con diversos sucesos, algunos trágicos para la mujer, como el incendio en una fábrica en New York, donde murieron calcinadas 146. Como resultado de esta y otras luchas que habían emprendido las mujeres, una organización como la ONU, finalmente institucionalizaría la fecha a nivel mundial.

Hoy, hay que decirlo con todas las palabras que esto implica: ¡Aún estamos lejos de cumplir cabalmente esos propósitos! Como Estado, como sociedad y como individuos, ¡LES HEMOS FALLADO A LAS MUJERES! Pero también vale la pena recordar los avances que se ha tenido en el tema de sus derechos. Y cuidado aquí, porque no quiero dar elementos que se presten a la malinterpretación. Me refiero a que la moneda tiene dos caras, y permítanme explicar. Por un lado resulta paupérrimo creer que las mujeres tienen que irse ganando terreno en el tema de igualdad y de sus derechos. Los derechos humanos son universales, y los tenemos ambos géneros por el simple hecho de existir.

¡Las mujeres no deberían de estar exigiendo sus derechos! Deberían de estar disfrutándolos en su totalidad. Pero el otro lado de la moneda, y que resulta difícil entender y mucho más aceptar, es la cultura aún machista que el país tiene. Ya sé que eso es lo más vil que se puede decir y escuchar, pero entendamos que ha sido la realidad por años y años. Y ahí, también ellas tienen gran responsabilidad.

Hoy quieren salir a manifestarse de una manera incorrecta, cuando si de verdad queremos todos un cambio sustancial y tangible, tenemos que meternos a nuestras casas y educar con principios y valores a nuestros hijos; ellos son los que el día de mañana podrán hacer el cambio que todos esperamos. Para mí, ahí está el epicentro del problema. Hoy queremos exigirle al Estado que haga lo que nosotros no hemos querido, o no hemos logrado, o mucho menos intentado hacer: ¡EDUCARNOS!

No quiero decir que entonces nos quedemos con los brazos cruzados al ver como las mujeres son blanco de algún tipo de violencia – llámese como se llame –, y pretendamos seguir creyendo que no pasa nada. La realidad es que sí pasa. Las mujeres son las que más han sufrido las enormes fallas del sistema. Y aquí viene otra postura. De nada sirve que intentemos educar como sociedad, si nuestro Estado es totalmente ajeno a resolver los temas que a él le corresponden. Y justamente ahí está uno de los motivos por los cuales cada 8 de Marzo las mujeres se vuelcan a la calle. Mientras cada uno de los elementos que forman esta ecuación tan complicada, no entiendan cuál es su función, seguiremos en el dilema de soportar manifestaciones fuera de control.

Y termino con ese punto. Hoy muchas mujeres se han adentrado a una ideología llamada < El Feminismo >. No voy a abordar sobre ese tema que muchas utilizan para adoctrinar y no para enseñar, ya que me llevaría a conocer las entrañas de la ideología, cosa que sinceramente no pretendo hacer. Lo que sí quiero abordar es el claro error que muchas mujeres comenten, justificándose en la misma. Salen, se manifiestan, exigen que se acabe la violencia, que se les de igualdad, que no se les discrimine, pero lo hacen a través del vandalismo, a través de la violencia, lo hacen detrás de un pañuelo, detrás de un pasamontañas, lo hacen cargando artefactos que su destino es la provocación. Y no, no es así. Y sé que en este punto hay un abismo de diferencias en la forma de pensar. No se gana en nada hacer ni provocar vandalismo. Porque por muy fuerte que suene y que incomode, es lo que se hace en esas manifestaciones. ¡Y no, no es la forma!

Y vuelvo a pedir que no se malinterprete. Aplaudo enormemente que las mujeres salgan a manifestarse. Aplaudo y reconozco a aquellas mujeres que conocen el verdadero motivo por el cual lo hacen. Aplaudo que paralicen ciudades enteras y nos hagan ver a todos los errores que hemos provocado y que se desencadenan en la violencia contra ellas. Sí, eso lo aplaudo y hasta felicito por hacerlo. ¡Ojalá todos pudiéramos unirnos a esas manifestaciones en favor a ellas! Pero, lo que jamás voy a aplaudir ni a reconocer, es la forma tan equivocada que un grupo minorista de mujeres provocan en esas manifestaciones.

Hoy siguiendo una ideología, la cual ya mencione, destrozan calles, propiedades privadas, lugares y servicios públicos, monumentos, edificios históricos. Y perdón la claridad, pero ese es el motivo principal por el cual muchos no nos sumamos a esas manifestaciones.

Por otro lado, el Estado debería de recordar que es el único ente que tiene el uso legítimo de la fuerza, y que no, no sería un Estado opresor por realizar esa función correctamente. Hay posturas de mujeres que salen a manifestarse con la intención de alzar la voz de manera correcta, y dicen que esa minoría no las representa, y lo sé; tal vez no las representa pero que daño les hace en su movimiento.

Hoy ellas tumban monumentos históricos, pero hacen tendencia a una mujer que toma un artefacto emisor de gas y se los regresa a los policías que cumplían su labor en ese momento de proteger Palacio Nacional. ¿Ven cómo el mismo movimiento necesita reestructurar su pensar? Y ya sé todos los argumentos que ellas pueden usar para contraponer mi pensar, tales como: “La independencia no se ganó de manera pacífica”; “Ya hubo manifestaciones pacíficas y no se logró nada”; “Los monumentos regresan, ellas no”, y un sinfín de justificantes que utilizan para sus actos. Pero no, ninguno es lo suficientemente fuerte para que lo reconozcamos como sociedad.

Ojalá, y es mi deseo, que esta columna nunca haya perdido la objetividad. Si hay un ser que merece TODO, sin duda alguna es la mujer. Pero este reconcomiendo no les debería de dar razones para equivocar su camino. Mientras las formas sean las correctas, salgamos juntos a alzar la voz y a manifestarnos. Mientras no sea así, seguirán siendo minoría, por muy duro que se lea.

… el que lee, entienda.

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Redaccion Indicio Michoacán

Redacción

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