Acta de nacimiento: entrada a la vida y a la muerte por Juan Pablo Santos

Michoacán.- Cuando nacemos, el único documento que el hospital entrega a nuestros padres es el certificado de nacimiento, el cual, solamente da fe de nuestra existencia como personas en este planeta.

Y al pasar de los años, algunos tendremos la dicha de vivir experiencias llenas de felicidad, hay quienes conocerán por primera vez la inmensidad del mar, otros más conocerán a sus hermanos menores, algunos viajarán fuera de casa donde seguramente se encontrarán con el amor de su vida o simplemente experimentarán un amor de verano.

Lo que nadie nos dijo, es que ese certificado inicial no nos exenta del dolor que sentimos por la cancelación de nuestros proyectos de vida o por la muerte de nuestros seres queridos, llámese abuelos, padres, hermanos, mejores amigos, mascotas e incluso, el dolor de experimentar nuestra propia muerte al vivir con una enfermedad terminal.

Y precisamente ahí, en ese momento cuando sentimos que el mundo se nos vino encima, llegamos a creer que desde niños fuimos engañados y timados por Dios, por nuestros progenitores o por la vida misma, porque tenemos la idea de que sufrir no estaba estipulado en ese documento inicial y porque nunca nadie nos dijo qué hacer y cómo enfrentar las pérdidas en si.

Cuando entendemos que no existe documentación alguna que nos exenta de cursar la asignatura del dolor por la pérdida, podemos darnos la oportunidad de transitar el duelo que es esa montaña rusa de emociones que van desde la negación, el enojo, la negociación, la depresión y por último la aceptación de vivir sin aquella persona o situación que tuviste pero que ya no tienes.

Y si, nadie podrá entender un duelo a partir de los dolores ajenos. Este proceso es único y personal, yo lo considero como la tierra sagrada de las personas, donde los invitados debemos entrar descalzos por respeto a lo que la pérdida significa para quien la vive. Y si estás viviendo un proceso de duelo, quiero que te prometas que esto que estás pasando no va a acabar con tus ganas de vivir, porque por irónico y absurdo que se escuche, detrás del duelo hay bondades ocultas que se esconden para que tu puedas descubrirlas.

Para finalizar, yo considero que quienes hemos perdido a un ser amado tenemos dos tareas fundamentales, la primera es honrar su muerte haciendo algo bueno con nuestra vida, y la segunda es pagarle con nuestra propia felicidad a quien tanto trabajó porque no conociéramos la infelicidad.

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