ATHLITISMÓS ET POLITIKÁ

El deporte puede ser entendido como cualquier forma de actividad física que puede ser de manera formal y organizada o no, tiene por objeto la expresión o mejoría de la condición física y mental, el desarrollo de las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición a todos los niveles. Así, pese a que el deporte es un fenómeno social de enormes dimensiones, resalta la ausencia de debate público sobre la influencia positiva que puede generar el deporte en la política, especialmente si se analiza el intercambio ideológico que suscitan los grandes eventos deportivos.
El pasado 26 de octubre un buen amigo, apasionado merengue, me invito a ver “El Clásico” a un conocido bar, yo me considero un barcelonista de ocasión puesto que mi apasionamiento por ver los juegos del Barcelona comenzó cuando contrataron a Rafael Márquez y terminó cuando salió Lionel Messi, desde entonces no había visto un clásico. Debo confesar que me sorprendió mucho lo abarrotado del lugar y la pasión con la que los aficionados vivieron el partido, calculo que había un 60% de merengues y un 40% de culés que intercambiaban opiniones e ideas haciendo propios dos equipos que pertenecen a otro país. El juego entre el Real Madrid y el FC Barcelona se ha convertido en uno de los eventos más esperados y vistos del fútbol mundial. Según cifras oficiales de la Liga española, el encuentro lo siguieron alrededor de 650 millones de espectadores en 182 países.
Otro evento con las mismas características de convocatoria y apasionamiento es el Super Bowl, en este año el partido fue visto en el mundo por alrededor de 190 millones de telespectadores como ha confirmado la propia National Football League (NFL) en un comunicado, los cuales presenciaron en directo la victoria de los Kansas City Chiefs frente a los San Francisco 49ers el pasado 11 de febrero y que alcanzó un nuevo máximo histórico. Cabe mencionar que de manera personal fue un suceso muy pesaroso puesto que soy un aficionado empedernido de los Niners desde los años ochenta, cuando jugaban los todo poderosos Jerry Rice y Joe Montana. Este crecimiento va en línea con la estrategia de expansión internacional de la NFL que sigue aumentando sus partidos fuera de Estados Unidos, en el 2024 habrá juegos en Londres, en Frankfurt y ya hubo juego en Sāo Paulo.
Lo anterior es un pequeño ejemplo de la capacidad del deporte para motivar sentimientos de orgullo e identidad social en los ciudadanos, por lo cual es conveniente valorar al deporte como un asunto de interés para el Estado y que debería suponer intencionalidad política para implementar medidas que permitan suficientes recursos humanos y económicos, que aseguren el acompañamiento educativo, que fomenten el reconocimiento social y promocionen los éxitos deportivos como patrimonio cultural de toda la sociedad y no con fines partidistas; así como crear y fortalecer comisiones interterritoriales de coordinación y cooperación en materia de políticas deportivas.
La política, por definición, es un proceso en el que participamos ciudadanos, organizaciones y gobiernos con el fin de abordar objetivos colectivos en el marco de una estructura de reglas que nos permitan alcanzar soluciones conjuntas, resolver conflictos y mejorar nuestra calidad de vida. El deporte no es una excepción. Como dijo Nelson Mandela: “El deporte tiene el poder de cambiar el mundo. Tiene el poder de ilusionar, tiene el poder de unir a la gente de una manera que pocas cosas lo pueden hacer” como lo demostró el mundial de rugby de 1995 y que la película “Invictus” retrata de manera magistral.