Ave María, yo no quería, Padre Nuestro que rico está esto: Ritual del tequila

Contraluz

¡Borracho bajé rodando, del Cerro de la Cruz, que chingue a su madre el que no diga salud!; Estiro mi brazo, encojo mi codo, a salud de todos, me lo chingo todo; Agua de las verdes matas, tu me tumbas, tu me matas y aveces nos haces andar a gatas y si tomamos de más, nos haces abrir las…!, retumban estos dichos entre las frías paredes de las destiladoras de tequila.

El sol comienza asomarse y contrasta con el verde de los campos agaveros, un pequeño pueblo en el estado de Jalisco te recibe con una caminata por el paseo turístico, desde los primeros locales ya se ofertan “caballitos”, sombreros, botellas de vidrio y souvenirs del lugar.

Una explanada pequeña es el punto de reunión para todos los aventureros, aquí la música comienza escucharse cuadras de distancia y de repente aparece un llamativo camión en forma de botella, chile o barril, los hay para escoger.

Desde los primeros instantes te advierten que si no vas a Tequila a ponerte pedo, ¿a qué chingados fuiste?, la primera carcajada grupal se escucha por todo el camión y el recorrido da inicio, las grandes tequileras se asoman entre pequeñas casas, recorres el pueblo conociendo su historia.

En una primera parada, plantíos de agave y la sierra de Jalisco de fondo son el marco perfecto para las sesiones de fotos de todas las parejas y familias que asisten a este pueblo tequilero, allí sobre salen los sombreros estilo Indiana Jones, y de pronto la foto esperada se arruina porqué otra pareja invadió el espacio y ya no salen solos en la postal, parten a los pocos minutos.

Después de esto comienza lo interesante y es que dependiendo el paquete que contratas te dan el recorrido por una o varias casas tequileras; Al entrar a una de ellas, un olor a alcohol fermentado llega de inmediato a tu cabeza, grandes barricas y contenedores llaman la atención, con un tono peculiar y un discurso muy bien aprendido, mujeres te explican el proceso que tiene que pasar la piña de agave azul para terminar en tu paladar.

Terminando la dosis de aprendizaje, es turno de tomar asiento y disfrutar de las degustaciones de los distintos tipos de tequila así como los licores, obviamente no faltan las famosas “oraciones” que le agregan un toque de diversión a esta experiencia.

Comienza el ritual y como en la primaria cuando repetías las lecturas: “Dios, tu que eres ejemplo de bandad y nosotros tus muchachos, ya que nos hiciste tan borrachos, hágase tu voluntad, Ave María, yo no quería, padre nuestro, que bueno está esto, bendito licor, dulce tormento que haces afuera, vamos pa’ dentro”, colocas un poco de sal en tu lengua, levantas tu brazo en señal de salud, doblas tu codo, inhalas, bebes el tequila y exhalas como si tu alma se desprendiera de tu cuerpo, ahora exprimes un poco de limón en tus labios y saboreas ese dulce amargo elixir.

Uno tras otro, los shots se van apoderando de tu humanidad, para rematar un refrescante cantarito entre cada casa tequilera aumenta tu nivel de felicidad, nunca falta el ambiente en los camiones barriles, y con música de fondo aquello se convierte en una fiesta.