COLUMNA: Hablemos del espacio público…

 COLUMNA: Hablemos del espacio público…

Por: L. Alejandrina Pérez Ayala

Twitter @AlePeAya

¿En qué piensa usted cuando escucha el término espacio público? Hice esta pregunta a varios de mis conocidos y la mayoría de ellos hacían alusión a un parque o a una plaza. Si bien su respuesta no fue equivocada; el concepto va más allá sólo de plazas y jardines, abarca también espacios de circulación como banquetas o el arroyo vial, en sí, la calle. Pueden ser lugares para el ocio o la recreación e incluso la contemplación, pero también espacios para la circulación. El espacio público permite el paseo, la reunión y la movilidad, mediante él se articula y ordena la ciudad; le da sentido a ésta y es el ámbito físico donde nos expresamos como colectivo.

Jordi Borga explica que el espacio público es un espacio bajo la regulación de la administración pública, ésta posee el dominio del suelo, garantiza su uso y fija las condiciones bajo las cuales podrá ser utilizado. Henri Lefebvre, otro experto, expone que el concepto también tiene una dimensión política, filosófica y comunicacional; ya que es común a todos, en él nos hacemos visibles, se evidencian nuestras diferencias, intercambiamos información y ejercemos derechos ciudadanos. Hoy en día, debido a la fragmentación y privatización que está ocurriendo en las ciudades, es cada vez más difícil encontrar espacios públicos de calidad, muy por el contrario, se está perdiendo el significado de los lugares, la diversidad que podíamos encontrar en ellos y la posibilidad del encuentro; sin contar que en este contexto de pandemia ha sido necesario restringir el acceso a estos.

Para que el espacio público pueda ser usado por todas las personas, debe de ser diseñado bajo cuatro principios: inclusión, seguridad, sustentabilidad y resiliencia. El primero se refiere que cualquier usuario, preferentemente niñas, mujeres y personas con discapacidad tengan acceso a él. El segundo garantiza la diversidad de usos, por ejemplo: el comercial y habitacional, esto implica presencia constante y activa de usuarios en el espacio, lo que reduce el peligro de calles oscuras y solitarias; también debe ser un diseño que ordene flujos y contribuya a la sana convivencia entre los usuarios. El tercero se trata de la eficiencia de los lugares para conectarnos con otros espacios clave que son parte de nuestra vida cotidiana; así como a su capacidad para adaptarse a cambios cuando sea necesario, sin dejar de lado el costo-beneficio de la inversión. Y el último, la resiliencia implica el uso de materiales de larga duración, el desplazamiento de las personas de manera libre y sin obstáculos, así como el aprovechamiento de recursos, como la reutilización de agua pluvial.

Cuando los espacios públicos están bien diseñados y gestionados son un activo fundamental para la ciudad y pueden tener un impacto positivo en la economía de ésta. Le invito a reflexionar si los que existen en donde usted vive presentan estas características, pues si así es, estarán contribuyendo en el bienestar de los habitantes, ayudando en reducción de los efectos del cambio climático y animando a los ciudadanos a desplazarse usando otros medios más amigables con el medio ambiente, como el caminar o andar en bicicleta.

 

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