Columna: Seguridad sin Pretextos

 Columna: Seguridad sin Pretextos

Por ALBERTO GUERRERO y ALEJANDRA VANEGAS

 

“La Policía es la Gente y la Gente es la Policía”

Sir Robert Peel

Violencia, crimen, crisis y policía.

La tendencia: extinción de la policía.

 

En México tenemos un deporte muy acendrado y nocivo: el desobedecimiento de las normas y de las instituciones que en teoría deben regir la vida pública de nosotros los ciudadanos, como la Policía.

Y por ello, ante los excesos que se han documentado y han quedado en el ojo público en México, Estados Unidos y Latinoamérica, últimamente ha sido una de las tendencias que han llegado a oídos de los gobernantes y opinadores, el tratar de sustituir a las policías con otros modelos de seguridad basados en tendencia militar.

Esta situación de ninguna manera es solución, porque de entrada la vía tiene que ser civil, perspectiva que ante la oleada de tentaciones autoritarias no deben ser considerada opción. Y ante esta oleada de “ideas progresistas”, es necesario precisar que los cuerpos de seguridad civiles son indispensables para tratar de normar la conducta y la vida de los ciudadanos.

Hoy en día tenemos que enfocarnos en pujar por la reforma policial tan anhelada desde hace años, donde se dote de protocolos adecuados de actuación, de modernización policial, de arquitectura estructura y operativa adecuada, de capacitación pertinente y eficiente, además de proporcionar la estabilidad laboral que ayude a que los mismos policías se sumen para formar parte activa del proyecto. De hecho, ellos son el objetivo principal de una reforma.

Por ello, los ciudadanos, académicos, organizaciones de la sociedad civil debemos de defender las instituciones policiales como el último resguardo de la vida civil dentro de la seguridad. Pero también nos debemos de constituir en ojos vigilantes y auditores de la actuación de las mismas, del correcto ejercicio de su presupuesto y de su actuar.

No podemos pasar por alto que, ante la pandemia, ante los recientes abusos policiales cometidos en México, Latinoamérica y en Estados Unidos, se ha confirmado que la policía esta en una fragilidad estructural y operativa que da pretextos a diferentes niveles de gobierno y poderes de la unión a pugnar por su desaparición.

Latinoamérica: la fragilidad de la policía.

Esta región se destaca por tener las peores corporaciones policiales en el planeta, las menos organizadas y las que hacen uso de la fuerza letal en la mayor parte de sus actuaciones. Es decir, tienen acendrada la cultura del exterminio y desaparición, como los militares.

Uno de los graves sesgos de este problema es el ideológico, donde la misma policía es usada cómo un brazo de represión ante los diferentes intereses políticos y sociales, sin importar el color u orientación ideológica del gobierno.

Las cifras son contundentes, la policía que más mata en la región -y en el mundo- es la de Brasil: 6,220 víctimas fatales en 2018, por las 998 de EE.UU.

Pero, en términos proporcionales, el título es para la de Venezuela, que con 4,998 víctimas en 2017 tuvo una tasa de mortalidad de 15.9, por cada 100,000 habitantes.

Esta tasa es superior a la de 6.18 por 100,000 de la policía de El Salvador y la de 2.3 registrada por la policía brasileña ese mismo año.

Y según esta iniciativa, que da seguimiento a las muertes de civiles a manos de las fuerzas de seguridad en la región latinoamericana, ese no es lo único que distingue a la policía venezolana.

La Policía, rehén del totalitarismo latinoamericano.

Las fuerzas del orden bolivarianas también lideran a la región en número de civiles muertos por cada 1,000 agentes, casi triplicando la letalidad de los policías de El Salvador: 28.6 vs. 9.9.

Pero, sobre todo, también son responsables de un altísimo porcentaje de todos los homicidios que se cometen el país: 25.8%, es decir, uno de cada cuatro.

En contraste, con 407 víctimas a su nombre en 2017 la policía de El Salvador fue responsable del 10,3% de todos los homicidios registrados ese año en el país centroamericano.

A la de Brasil, por su parte, se le imputaron el 7.3% de todos los homicidios de 2017, lo que también la convierte en parte del problema,

Según las estimaciones del Foro Brasileño de Seguridad Pública, sin embargo, el porcentaje de homicidios atribuibles a la policía brasileña aumentó al 10.8% un año más tarde.

Pero todavía está por verse el impacto que tendrá en las cifras de El Salvador la autorización expresa para el uso de la fuerza letal contra de las maras dada por el presidente Nayib Bukele en abril de este año. Sin duda decisiones que nos ayudan a entender el porqué se ha catalogado a las policías de la región cómo las de más oscuro proceder.

¿México?

México en la actualidad no proporciona datos.

Hoy en día la extraña combinación que ha hecho el gobierno de Andres Manuel López Obrador entorno al experimento llamado Guardia Nacional. En México, por su parte, la mayor parte de las muertes siguen involucrando a efectivos de las fuerzas armadas, como la Marina, el Ejército y ahora la llamada Guardia Nacional. Por ello las investigaciones son más oscuras y con un grado de complejidad absoluta.

En 2017 suman 226 de las 371 muertes imputables a la fuerza pública contabilizadas por el Monitor de Fuerza Letal a partir de las notas de prensa (incluyendo operaciones conjuntas con la policía, ya sea municipal, estatal y la entonces Policía Federal).

Estas 371 muertes equivalen al 1.2% de los homicidios totales, la cifra real seguramente es varias veces mayor, pues la prensa solamente reporta una pequeña fracción de este tipo de incidentes. Las demás muertes no alcanzan ningún tipo de mención en prensa, bueno, ni siquiera en redes.

Los datos de México son tan pobres que no hay forma de compararlo con ningún otro país, porque los otros países tienen datos oficiales y en México simplemente no los hay. Y esto no viene de este sexenio. Es una tradición que, en materia de seguridad, los datos son muy sesgados.

La violencia en México es una situación cotidiana. No nos extraña que desde las épocas del presidente Calderón al momento de sacar a las Fuerzas Armadas de los cuarteles propició la violencia sin control que existe hoy en día. Pero al mantenerse vigente la misma estrategia (por paradójico que parezca), donde prevalece una política de condescendencia y permisión con el crimen organizado, los números se acrecientan.

Cerramos mayo con 2,151 ejecuciones, aún con el confinamiento de la pandemia. Cifra ligeramente mayor al promedio de los años 2018 y 2019 que han sido por mucho los años mas violentos en la historia de México. Pero dentro del imaginario del gobierno mexicano, la guerra contra el crimen organizado y el narcotráfico ha terminado.

Sin duda la violencia es un reflejo de la desorganización policial.

¿Verdad que hacer policía en México es complejo?

Cuando se es rehén de intereses políticos, las instituciones caen. Y esto esta pasando con la policía en Latinoamérica, en México, incluso en Estados Unidos.

Y la Reforma Policial sigue durmiendo el sueño de los justos.

 

Investigadores del Foro Latinoamericano de Antropología del Derecho.

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Redaccion Indicio Michoacán

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