COLUMNA: Seguridad Sin Pretextos

 COLUMNA: Seguridad Sin Pretextos

 

POR JOSÉ ALBERTO GUERRERO BAENA Y ALEJANDRA VANEGAS RODRIGUEZ

 

La seguridad no ocurre sola,

es el resultado del consenso colectivo e inversión pública.

Debemos a nuestros niños,

el recurso más valioso de nuestra sociedad, una vida libre de violencia y miedo

Nelson Mandela

Guardia Nacional

Esa mentira uniformada.

Al parecer, en el tiempo que lleva el ejército en las calles en nuestro país, para la población es una percepción de alivio, sin duda, pero para quien evalúa los resultados de forma fría y sin miramientos, es una situación a todas luces cuestionables, un fracaso.

Los resultados que acompañaron a esta “estrategia” que en su momento implementó como una medida extraordinaria el presidente Felipe Calderón, la continuó e intentó sustentar Enrique Peña Nieto con la Ley de Seguridad Interior y al final de este ciclo tóxico, avaló e institucionalizó Andres Manuel López Obrador.

¿Es una paradoja?

Por supuesto que sí.

Porque a la par de institucionalizar y avalar las tareas que desempeñan las fuerzas armadas en seguridad pública (cuestión para la cual no están preparadas), tácitamente nos señala que la Guardia Nacional, esa mal llamada corporación policial ha sido uno más de los fracasos en seguridad.

Un gobierno que tiene una orientación de izquierda (ideología que presume de una cercanía con la población) aceptando, -sin mencionarlo- que su política social y el amarre de manos que le hicieron a la Guardia Nacional para que actuara son un rotundo fracaso.

Un país donde ocurren mas de tres mil asesinatos al mes, donde la violencia de género en todos sus niveles está al alza derivado de la contingencia, el encierro y otros factores, amén de los niveles medibles de inseguridad (todo ello basado en cifras de las propias entidades gubernamentales como el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública), nos posibilita para decir que en ningún momento ha habido estrategia.

O por lo menos intenciones de echarla a andar, porque las becas proporcionadas por el gobierno de México en nada se comparan a los sueldos con que se atraen recursos humanos al crimen organizado.

Esto sólo en la parte social que de alguna manera siempre acompaña a una política de seguridad.

Si hablamos del fracaso cómo política de seguridad, en la Guardia Nacional tenemos muchos aspectos importantes que abordar, porque de la improvisación ha venido la imposición, la práctica del racionamiento de recursos materiales y el desmejoramiento de las condiciones laborales de quienes decidieron quedarse a laborar ahí y que provienen de la Policía Federal, pero sin duda lo que nos pone en alerta es la ineficacia de la operatividad dado que quienes hoy tienen el mando operativo, desconocen el terrero para actuar y por el otro lado, existen las frecuentes violaciones a los derechos humanos en sus actuaciones, situación documentada por los diferentes colectivos de defensa, la propia CNDH y otras instituciones.

¿Policías que no saben los protocolos de actuación?

Se supone que esto ya se había terminado con la puesta en marcha de esta “corporación” y con este gobierno que a los cuatro vientos declaró que si sabía hacer las cosas. Al final del camino corrupción es desempeñar una función para la cual no se estapreparado.

Al parecer no, confundieron la gimnasia con la magnesia. Y esto en todos los niveles y dependencias.

Falacia operativa y administrativa.

La Guardia Nacional se sostiene con alfileres.

Desde otros espacios hemos venido afirmando que de ningún modo el cambiarle de uniforme a los militares daría un resultado positivo.

En su momento lo hizo Vicente Fox al crear la Policía Federal Preventiva uniformando a varias divisiones del ejército y ese sexenio fue desastroso en materia de seguridad. Lo más rescatable fue el haber sembrado la semilla de una corporación que a la larga, venía desempeñando actuaciones aceptables, debido a que se le fue dando esa cara civil que se necesita en un país democrático.

La Guardia Nacional es el disfraz de una política pública fallida con tendencia a la militarización. La presencia militar en las calles de ninguna manera se avala con resultados positivos, entonces el gobierno federal vio que era necesaria la institucionalización castrense, aceptando el fracaso de la Guardia Nacional.

Un lugar común al que hemos recurrido los investigadores y opinadores, es cuestionar y contrastar la seguridad pública con la seguridad nacional. Pero no nos queda de otra, el ejército tiene funciones claramente establecidas de origen constitucional y sin duda esta situación nos obliga a tener malos pensamientos. Dicen por ahí que no hagas cosas buenas que parezcan malas y al parecer ese camino le gusta a nuestro gobierno.

De ningún modo un país democrático debe permitir una policía militar. Los principios que marcan la seguridad pública, establecen que quienes deben de ejercer esas funciones son los civiles.

Entonces viene una pregunta clave: ¿Cuántos elementos de la Guardia Nacional provienen de un reclutamiento civil y que no han pasado por los cuarteles de SEDENA o SEMAR?

Las cifras alegres de ningún modo ayudan a sostener el discurso de la necesidad de recurrir a las Fuerzas Armadas. Este reclutamiento, selección y capacitación bien se pueden ejercer desde la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Pero al parecer como en otros rubros, hay algún aspecto oculto que nos indica que este gobierno federal les debe algún favor (cómo a Manuel Barttlet, cómo a RioBoo, cómo a Ricardo Salinas Pliego e infinidad de etcéteras).

Los intentos fallidos de una modernización policial.

En el cajón de los recuerdos se queda un Modelo Nacional de Policía que es lo más aproximado a una Reforma Policial que se ha pedido ejercer desde hace muchos años.

Este modelo intenta marcar una línea que señala plenamente las funciones y a quienes les corresponde ejercerla. Y por supuesto que necesita recursos, muchos recursos que debieran ser fiscalizados para su transparencia.

Pero los gobiernos de los estados y de los municipios han sido omisos en acatarla hasta el momento. Al parecer a estos gobiernos les ha sido más fácil solicitar el apoyo de la federación sin importar el venderle prácticamente la voluntad y estrategia a un ente que no tiene pies ni cabeza como la Secretaría de Seguridad Federal.

¿Cuándo le vamos a entrar a una Reforma Policial de calidad?

Uniformar milicia cómo policía no es lo difícil, cómo lo hizo Fox.

Mantener al ejército en las calles no es lo difícil, cómo lo hizo Calderón.

Seguir con ese mismo proyecto y tratar de legislar una Ley de Seguridad Interior -fallida, por cierto- no fue lo difícil para Peña Nieto.

Y la puerta falsa, institucionalizar y mantener en las calles al ejército (disfrazado de Guardia Nacional), vendiendo una falsa percepción de seguridad tampoco ha sido lo difícil para López Obrador.

¿Cuándo le van a entrar a lo realmente difícil que es crear policías de calidad, con perspectiva civil, capacitación adecuada y condiciones de trabajo dignas?

Esto es lo difícil, lo que evaden materializar.

Y la población, esperando resultados atrincherados en sus casas, mientras expira el año que pidió el presidente.

Ni la Seguridad, ni la Reforma Policial pueden esperar.

 

Investigadores del Foro Latinoamericano de Antropología del Derecho.

http://www.flad-la.org

Facebook Fan Page: Guerrero Vanegas Consultores.

Twitter: @BetoGuerrero38

Instagram: @soyalbertoguerrero

Correo electrónico: [email protected]

[email protected]

 

 

 

 

 

Avatar photo

Redaccion Indicio Michoacán

Redacción

Deja una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.