Cuando no se quiere ver lo que no se quiere reconocer

 Cuando no se quiere ver lo que no se quiere reconocer

La violencia que a diario viven las mujeres y la infancia en todo el mundo, es una lamentable realidad que lleva implícita el silencio, la normalización y la justificación tres situaciones que en el caso de la violencia sexual contra las niñas y niños se recrudecen.

El abuso sexual infantil y las prácticas que la rodean, como lo son los matrimonios forzados, o las adopciones falsas, son sin duda alguna una de las violaciones a los derechos de la infancia más graves que afectan de manera permanente su desarrollo y su vida, están al igual que muchas otras violencias, toleradas en muchos casos bajo el silencio de las familias, de las personas cercanas a las niñas y niños, o de algunas autoridades; está también plagada de pensamientos como el adulto centrismo que sigue fomentando la superioridad y control de los adultos sobre niñas y niños ignorando totalmente sus derechos; o justificadas por prácticas culturales, usos y costumbres, o romantización de rituales que solamente violentan en todos los sentidos los derecho humanos de la infancia y el interés superior de niñas y niños.

A decir de la ONU, cada minuto cuatro menores sufren abusos sexuales en América Latina, y al menos tres, son niñas, y la mayoría no logrará recuperarse nunca de ese trauma. Una de cada cinco niñas y hasta 10 por ciento de los niños son víctimas de abuso sexual, lo que equivale alrededor de 4.5 millones de víctimas en México, de los cuales, únicamente el 2 por ciento de los casos se conocen en el momento que se presenta el abuso.

Los efectos de las diversas violencias en las niñas niños y adolescentes, afectan la estructura del cerebro y genera un deterioro permanente de las capacidades cognitivas y emocionales, además de predisponer a conductas de alto riesgo y comportamientos antisociales, y colocarles entre otras realidades a menor rendimiento en sus estudios, pocas habilidades para relacionarse con las demás personas y dificultad para establecer vínculos afectivos saludables, mayor predisposición a conductas sexuales irresponsables o al uso indebido de sustancias psicoactivas y predisposición a trastornos crónicos de salud mental[1].

UNICEF señala en el estudio Panorama Estadístico de la Violencia Contra Niñas, Niños y Adolescentes en México que, casi 4 de cada 10 madres, y 2 de cada 10 padres, sin importar el ámbito de residencia, reportan pegarle o haberles pegado a sus hijas o hijos cuando sintieron enojo o desesperación, 2 de cada 10 mujeres reportan que sus esposos o parejas ejercen o han ejercido violencia física contra sus hijas o hijos en las mismas circunstancias, 5.1% de las niñas y niños menores de 5 años fueron dejados con cuidados inadecuados, es decir, estuvieron solos o al cuidado de otro niño o niña menor de 10, el 63% de las niñas y niños de entre 1 y 14 años han experimentado al menos una forma de disciplina violenta durante el último mes.

Estos datos evidencian las diversas formas de violencia a las que las niñas y niños se enfrentan, y el estudio amplía la información al señalar que las prácticas más comunes suelen ser agresiones psicológicas seguidas por otro tipo de castigos físicos y, en último lugar, castigos físicos severos, así como que son las niñas las que sufren más agresiones psicológicas que los niños; en cambio, los niños suelen ser disciplinados con cualquier tipo de castigos físicos o con formas más severas. La edad de las niñas y niños más afectados por las agresiones psicológicas o por cualquier otro tipo de castigo físico se colocan entre los 3 y 9 años.

UNICEF señala también que “la violencia sexual se considera una grave violación de los derechos de niñas, niños y adolescentes y puede tomar la forma de abuso, acoso o explotación sexual, es una actividad sexual influida por el desequilibrio en la relación de poder, que en muchos casos como señalan diversos estudios, ocurre en el hogar, y en la mayoría de los actos reportados hasta antes de la pandemia habían sido perpetrados por parte de familiares o personas cercanas”.

Entre las formas que podemos identificar como violencia sexual se encuentra el exponer a las niñas, niños o adolescentes a la pornografía, voyerismo, exhibicionismo, incitar o coaccionar para tener contacto sexual, intentar o introducir dedos, mano, boca o pene en boca, vagina, ano; producir, distribuir, divulgar, importar, exportar, ofertar, vender y poseer pornografía infantil, solicitar, emplear, usar, persuadir, inducir, atraer, impulsar o permitir involucramiento en actos sexuales, tocar o acariciar de manera indeseada, hasta llegar a la trata de personas, entre otras conductas que a todas luces son violaciones flagrantes a los derechos de la infancia y la adolescencia.

Los retos para enfrentar este tema pasan irremediablemente por la visibilización de esta cruel realidad, así como de revisar la legislación para su sanción, fomentar los mecanismos para su denuncia, fortalecer los medios de prevención para su identificación, garantizar a las niñas y niños su protección integral en caso de ser víctimas de esta forma de violencia, su atención psicológica y acompañamiento para el acceso a la justicia y sobre todo, el fortalecer las redes de apoyo, identificación y canalización de los casos de violencia sexual infantil.

Sin lugar a duda hablar de este tema y conocer la forma en la que se desarrolla, es obligación de cualquier Estado, pero también de cualquier sociedad; las niñas, niños y adolescentes son personas que por su edad requieren de un cuidado extremo respecto a los riesgos en los que viven, en una sociedad que sigue sin respetar su dignidad y su individualidad. La violencia sexual que se comete contra este grupo poblacional es un lamentable termómetro de la pérdida de toda calidad humana. El negar esta realidad, el ser parte de la complicidad, el guardar silencio, fomenta su comisión o su impunidad, y deja en total estado de indefensión a niñas, niños y adolescentes. Si tu eres una persona adulta y estas leyendo este texto te agradezco tu preocupación por el tema y te invito a denunciar siempre que conozcas o escuche de un tema de violencia sexual infantil, recordando que SIEMPRE hay que creerles a las víctimas, como premisa principal de justicia.

Pero si tu eres una autoridad, te exijo que no minimices lo que es una evidente realidad en este País, hoy en México, los matrimonios infantiles, las adopciones falsas, la compra y venta de las niñas por pate de adultos con la complicidad de las familias y la permisividad de las autoridades, siguen siendo una flagrante violación a sus derechos; así que lo menos que puedes hacer como autoridad es dejar de negar el dolor que viven miles de niñas en el país que se enfrenta a estos horrores y mejor deberías de abrir bien grandes los ojos por que lo que se niega en la realidad no desaparece como por arte de magia de ella, lamentablemente.

[1] Cuartas, J. (2020), “Heightened risk of child maltreatment amid the COVID-19 pandemic can exacerbate mental health problems for the next generation”, Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy [en línea] https://doi.org/10.1037/tra0000597.

 

Avatar photo

Nuria Gabriela Hernandez Abarca

Maestra en Ciencias Penales y Criminalísticas y Medicina Legal Forense por la Escuela de Derecho de la Barra Nacional de Abogados. Ex titular de la Seimujer Michoacán.

Deja una Respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.