El elogio a la locura: La marcha que quemó a los morenos por José Alberto Guerrero

 El elogio a la locura: La marcha que quemó a los morenos por José Alberto Guerrero

“Grito que no creo en nada y que todo es absurdo,
pero no puedo dudar de mi grito y necesito,
al menos, creer en mi protesta.”

Albert Camus

Nunca en mi vida había visto una manifestación pacífica, ordenada, sin contratiempos y con respeto a quienes disentían de la línea ideológica de la misma, cuyo objetivo era el hacer público el descontento por la decisiones tomadas hasta el momento por el nuevo gobierno mexicano.

Pedir la renuncia del presidente en turno, puede ser considerado como un deporte nacional y un recurso muy gastado que desde la etapa presidencial de Vicente Fox, Pasando por Felipe Calderón y llegando al sexenio de Enrique Peña Nieto se agudizó y evidenció el descontento de un sector que en su momento capitalizó políticamente el ahora presidente de México.

Paradojas de la vida, no han pasado ni 5 meses del nuevo gobierno y ya se han registrado varias manifestaciones, unas con asistencia magra por lo zozobra de saber quien convoca, otras como las realizadas el día de ayer, con un éxito que por supuesto no se puede comparar con las convocadas por los feligreses del ahora nuevo gobierno, puesto que son dos públicos distintos y objetivos difusos.

En el pasado la línea ideologica era clara, la llamada «izquierda» ( que de izquierdosos tiene lo que mi abuelita de heavymetalera), su principal motivo de reunión y de marcha era pedir la renuncia del mandatario en turno.

Ayer el objetivo no fue muy claro, por un lado exigir la renuncia de un presidente, pero a la vez pedirle que cumpla con sus funciones, por supuesto que no había una coherencia o un ideal claro, pero conociendo el público o el tipo de parroquianos que se reunieron ayer, sabemos que no son los asiduos, contínuos y hasta molestos manifestantes de siempre, es otro tipo de personas que de manera espontánea salieron a exigir algo que no les parece. Los otros manifestntes, los de siempre, ahora son gobierno y muy soberbios por cierto.

Contradictorio, mucho, con dejos de ignorancia o linea discursiva coherente, quizás, con muchas observaciones a las formas de organización sí, demasiadas, , pero lo que si podemos celebrar es la libertad de expresión y el libre tránsito en las distintas ciudades y vialidades donde se desarrollaron las concentraciones.

Lo importante quizás no es la acción o presencia de estas personas, que rondaron en cifras oficiales de diez mil a doce mil personas, si no que cada día que pasa son más los decepcionados por las altas expectativas que este gobierno se fijó por si mismo y la poca efectividad mostrada al cumplimiento de las mismas. No tienen pretexto para no cumplir, ellos son los mismos que hace 30 o 40 años ya gobernaron este país, no hay excusa.

Pero una de las razones que como escribidores y opinadores de estos fenómenos masivos, es observar a las personas que profundamente les dolió la expresión masiva hacia el gobierno federal.

El mismo presidente de la república mostró un cierto «beneplácito» por la libertad de manifestación y expresión, incluso no utilizó el habitual lenguaje limitado que suele mostrar cada conferencia mañanera. Optó por la prudencia a la crítica de siempre hacia los ciudadanos y ciudadanas que decidieron marchar, donde podemos ver que en ese sentido si hay un avance democrático, puesto que no se reprimió el movimiento o hubo un acoso por parte de la autoridad.

El acoso y denostación vino de los talibanes o seguidores del mandatario que se sintieron dueños absolutos de la vía pública y que ahora que ven que otro tipo de público ha decidido tomar los espacios públicos, se sienten agraviados, molestos, irritables, hasta cierto punto quemados por algo que en realidad no debería, pero como arde.

Loss seguidores o feligreses del presidente, al parecer creen que el derecho de expresión masivo es una exclusividad únicamente de la llamada «izquierda». Sienten que los ahora llamados «fifis» les expropiaron, les quitaron o arrebataron uno de los pocos nichos de legitimación que los podía distinguir de los demás sectores sociales de nuestro país: el uso de la vía pública.

La libre manifestación de ideas en vía pública es un derecho consagrado constitucionalmente para todos y todas los ciudadanos de este país, pero en un país donde estas acciones han sido un sinónimo de libertinaje, de caos, de daño al patrimonio histórico y de terceros, pues el grueso de la población en un principio estigmatiza y ve con recelo estas acciones, por otro lado los fervorosos seguidores del presidente ven con mucho ardor, recelo y hasta envidia el hecho de que la sociedad civil se haya manifestado en la vía pública. La calle era su foro, su nucleo, su ágora, pero al momento de ser gobierno se invirtieron los papeles. Y eso duele en el menor de los casos o arde que es lo que al parecer sucede con estos grupos conservadores.

Utilizando argumentos tan falaces, que estan fuera de la realidad o de una lógica coherente, como la compra de la «asistencia» por $100… ( cuando de manera presencial observamos el tipo de personas que acudian al evento y que estaban gastando en bebidas y sombreros para el sol), por otro lado que posiblemente habría algún tipo de represión o de golpes.

Esta situación que observamos en redes sociales como una forma de desalentar la presencia en el evento, es indicador de que a ese sector le ardió o en peor aún, le quemó la marcha, porque al ser un mecanismo ideologico utilizado por estos grupos políticos como una forma posmoderna de martirologío, que quizás al ser «usurpado», los deja sin ese foro mediatico, donde al ser «reprimidos» podían obtener alguna prevenda o privilegio.

Eso es cosa del pasado, ahora son parte del gobierno y deben aceptar que su lugar ha sido ocupado por un ente mas poderoso y que no necesita ninguna bandera partidista. Su única y espontánea forma de actuar fue la protesta con orden y sin caos.

Y parece que duele perder la calle ( ese templo o espacio en el cual realizaban sus rituales de martirologio con exigencias que posteriormente desvariaban en caos y daños a terceros), que arde como cuando a un herido le ponen iodex o isodine y se revuelca del dolor en el suelo. Así se ven, se escuchan, se siente y se lee a los seguidores del presidente. Yo les aconsejo que vayan por vitacilina, óxido de zinc, caléndula, aloé vera para que no les arda la piel, que a pesar de ostentarse como morenos, la tienen bien delicada, delgadita y sensible, porque esto seguirá pasando si tomamos en cuenta que AMLO gobernará 6 años y siguen las decisiones incoherentes.

Tiempo al tiempo…
( por cierto la pomada la venden sin receta, por si no sabian)

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Redaccion Indicio Michoacán

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