La crisis de los partidos políticos es una crisis de legitimidad: Omega Vázquez.

Como panteonaeros de su propia tumba se han encargado de paliar, escarbar y socavar cualquier último indicio de justicia y decencia democrática.

Cualquier partido político, el que sea, (para que de una vez se ofendan todos), comete actos de misoginia, acoso, mercantilismo de candidaturas, imposiciones, abuso y engaño a sus estructuras, negociaciones turbias, injusticias y algunos, hasta crímenes.

En nada nos sorprende la crisis de los partidos en nuestro país, porque una mala persona no puede ser un buen político y los partidos están dirigidos por personas y grupos que anteponen sus intereses personales a cualquier otro interés.

Se ha convertido en una cueva de ladrones profesionales en búsqueda del capital.
El dinero, incluso por encima del poder político, así, es tiempo de mercenarios buscando plata.

También en los denominados movimientos, como el ciudadano y el de regeneración, sí, comprobado con información que ya es pública, podemos asegurar, han tenido prácticas nefastas anteponiendo los intereses personales y pasando por el lodo y el estiércol sus propios estatutos y sus máximas morales. En la búsqueda, primero del poder político y siempre, del poder económico.

No me molestaré en buscar las excepciones, porque seguramente quienes lean esto (y sean parte del problema), correrán escandalizados para asegurar ante su dormida conciencia que son la sagrada excepción a estos “monstruosos” señalamientos.

Nada tienen que demostrarnos, la gente ha despertado y sabe perfectamente, (aunque trate de tener simpatía por alguno de los partidos actualmente en nuestro país), que absolutamente todos tienen prácticas nefastas.
Incluso aquellos que gozan de mayor aceptación, se encuentra en el poder, si, pero se debe a sólo una de sus figuras y no al conjunto de sus prácticas partidistas.

En la actualidad nadie defiende un partido político, a menos que se encuentre actualmente en un puesto pagado con recurso público, gracias a su militancia. Pero no son mayoría, en nuestro país y rumbo a la crisis económica, de salud, de educación y de seguridad que sacude nuestro México desde hace décadas, existen millones de personas que no se sienten representadas ni confían en los partidos políticos. Tampoco en sus gobernantes.

La legitimidad será entonces, conquistada con hechos contundentes y sin miedo a represalias, desde grupos valientes, congruentes y combativos emergimos del pueblo, de la Matria.

Se fragua la última gran batalla, la verdadera independencia, ¡la emancipación del sistema de partidos!.
Desde su final entierro, cantaremos.

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