No es el caballo de Troya, es Cuanajo, la comunidad que prepara la ofrenda a los muertos en corcel

 No es el caballo de Troya, es Cuanajo, la comunidad que prepara la ofrenda a los muertos en corcel

Cuanajo es una comunidad Purépecha que pertenece al municipio de Pátzcuaro, está prácticamente a 40 minutos de la capital del estado, como toda la región lacustre también celebran a los muertos pero con una peculiar forma, en esta población las ánimas llegan a galope en “caballitos” de madera.

La comunidad artesanal con especialidad en la madera, llevó este oficio hasta la celebración de Noche de Muertos, como cada año se colocó un caballo monumental en la plaza del pueblo para dar la bienvenida a las ánimas que regresan a disfrutar de las ofrendas que les colocan sus familias el 31 de octubre para amanecer primero de noviembre en el caso de los angelitos (personas que no se casaron) y del dos para para la alborada del tres del mismo mes, se destina para los adultos o fieles difuntos.

Antonio Aparicio, jefe de tenencia de Cuanajo, señaló que el caballito de madera mide seis metros y medio de altura y siete metros de largo, se necesitó de dos días para armarlo con la ayuda de más de 60 personas que se encargaron de ensamblar la madera, colocar la milpa seca (rastrojo), flores y por último la decoración con la fruta y pan.

La tradición dicta que los hombres llevan un caballito pequeño con fruta a las casas donde se espera a las ánimas de los seres queridos, mientras que las mujeres llevan una canasta también con fruta, velas o pan, por lo que en agradecimiento se les otorga tamales, atole y ponche.

La leyenda sobre el origen de los caballitos, dicen los lugareños tiene muchos años y se trata de una familia que perdió a su hija; el padre en medio del dolor se ausentó de su casa en día de muertos y cuando quiso regresar un árbol cayó sobre él lo que le impidió moverse, al quedar cerca del panteón de la localidad, le permitió ser testigo de como personas que murieron regresaban en sus caballos al panteón con toda la ofrenda que les colocaron sus familiares, mientras que a quienes no se les colocó nada regresaban tristes y en llanto, desde ahí se prometió siempre colocar un corcel de madera para que su pequeña llevara su fruta y golosinas, tradición que se réplica hasta la fecha.

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Margarita Arreola

https://indiciomich.com

Historiadora, locutora y periodista certificada con más de 5 años de trayectoria en radio y 3 de reportera con cobertura en gobierno y política.