No es lo mismo ser el borracho, que ser el cantinero… Por Christian Jaramillo
Corrían los primeros años de gobierno del Presidente de mandato cumplido, Enrique Peña Nieto, entonces todo era miel sobre ojuelas, y cómo no, si después de 12 años el Revolucionario Institucional había regresado a tomar las riendas del país, incluso con los partidos de oposición existían acuerdos importantes con los que cualquiera hubiese pensado que el Tricolor se quedaría pa’ rato. Poco duró el gusto pues, las tragedias que al día de hoy siguen sin resolverse, escándalos que saldrían a la luz, el precio del dolar y el aumento en combustibles, serían algunos de los motivos por los cuales todo se iría al despeñadero.
Para fortuna de un eterno candidato en aquel entonces, estas situaciones, le dieron todos los argumentos para cuestionar y criticar esa administración, le dieron también todas las preguntas y respuestas necesarias para plantear la manera de hacer un buen gobierno, contaba con todas las estrategias habidas y por haber para salvarnos y lo mejor, estrategias tan obvias que uno se pregunta, ¿cómo es que nadie las había visto? Era muy evidente, acabar con la corrupción, no robar, no mentir, en lugar de balazos, mejor abrazos, acusar a los delincuentes con sus mamás y dejar de un lado los lujos para vivir en austeridad.
Y pues bueno… dicen por ahí, más tarda en caer un cojo… y es que la triste realidad pronto se haría presente. Claramente este discurso impactó fuertemente a la sociedad, para su mala suerte, su familia
lo entendió al revés y es que lejos de conducirse de acuerdo a estas palabras, prefirieron disfrutar de las mieles de estar en esa posición privilegiada así como aprovechar las facilidades que esta brinda para realizar actos de corrupción, los mismos que cada día a las 7 de la mañana, el Presidente reprocha y aborrece con todas sus fuerzas, irónico, ¿verdad? A lo anterior habría que sumar las acciones equivocadas que se han emprendido para hacer frente a las complicadas situaciones del país y que a veces parecen más caprichos y berrinches de una sola persona que algo bien planeado en busca de un bien común, además, hacer menos los ataques que la sociedad ha sufrido simplemente no es correcto. Lo peor es que no hay quien le diga algo, quienes le rodean al parecer tomaron protesta para atender las necesidades de él y no las del país. Por otro lado quienes intentan
hacerle ver sus errores, fácilmente y tristemente son silenciados y etiquetados de traidores a la patria, o bien, removidos de su cargo sin un abrazo de despedida. Hasta suerte tiene también el Presidente, pues los grupos opositores bien han podido hacer algo al respecto pero hasta la fecha, han preferido solo dejarlo en discursos y peleas entre ellos.
He de decir que pienso que muchos de sus ideales son buenos, no así la manera en que los quiere lograr; querer justificar los errores diciendo con tal simpleza que tiene otros datos no es suficiente y no se vale, en pocas palabras, y Usted disculpe Sr. Presidente, pero no se puede defender lo indefendible.
La pregunta ahora es, así como él aprovechó estas situaciones para posicionarse, ¿quién aprovechará y tendrá
la misma perspicacia para obrar de igual manera?
Por el momento, descanso mi caso…