Nuevos aranceles de EE.UU: Consecuencias para los migrantes mexicanos y la respuesta de México

 Nuevos aranceles de EE.UU: Consecuencias para los migrantes mexicanos y la respuesta de México

Los recientes aranceles impuestos por Estados Unidos bajo una política de “tarifas recíprocas” están diseñados para igualar los impuestos de importación con los de otros países, afectando gravemente a sectores clave de la economía global. Aunque México y Canadá han sido exentos de los aranceles generales, enfrentan tarifas específicas, incluyendo un 25% adicional sobre bienes que no cumplen con las reglas de origen del T-MEC, así como sobre acero, aluminio y vehículos de Norteamérica.

Este aumento tarifario implica un duro golpe para industrias importantes como la automotriz y la metalúrgica, incrementando significativamente sus costos y poniendo en riesgo una parte considerable del comercio bilateral. Más de la mitad de las exportaciones mexicanas a EE.UU., que representan el 83% del total de las exportaciones de México, están afectadas por este cambio, poniendo en jaque la estabilidad económica de muchas familias mexicanas, incluidas las de los migrantes que dependen de la solidez de estas industrias.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha proyectado que la economía mexicana podría entrar en recesión debido a estos aranceles, con una contracción del PIB del 1.3% en 2025 y del 0.6% en 2026. Los efectos de una recesión no sólo se sentirían a nivel macroeconómico, sino que impactarían directamente a los trabajadores y sus familias, aumentando la presión migratoria hacia Estados Unidos como una alternativa ante la falta de oportunidades locales.

Los sectores automotriz y agroindustrial, esenciales para muchos migrantes mexicanos, enfrentan un futuro incierto. Los vehículos y autopartes que tradicionalmente disfrutaban de libre comercio bajo el T-MEC ahora podrían enfrentarse a un arancel punitivo de hasta el 25%. Esta situación amenaza no solo con disminuir la producción y exportación, sino con reducir el empleo en regiones como el Bajío y el norte de México, áreas que han prosperado gracias a la integración automotriz con EE.UU.

En el sector agrícola, aunque los productos están protegidos por el T-MEC, cualquier deterioro en la relación comercial podría provocar una reducción en las exportaciones agroalimentarias, afectando directamente los ingresos de los productores y potencialmente aumentando la migración interna y hacia Estados Unidos. Históricamente, las crisis en el campo mexicano han empujado a muchos a migrar, y un aumento en los aranceles podría revivir esta dinámica.

Ante esta situación, México ha adoptado una estrategia de diálogo y cooperación. Bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, México ha buscado negociar y posponer la imposición de aranceles, enfocándose en fortalecer la seguridad fronteriza y tratar de combatir el tráfico de fentanilo, una medida que ha sido bien recibida aunque las amenazas de tarifas persisten.

A largo plazo, la respuesta de México frente a estos desafíos debe centrarse en la defensa de sus intereses nacionales, sin descuidar la importancia de mantener una relación cooperativa con Estados Unidos. El T-MEC sigue siendo un pilar clave en esta estrategia, proporcionando un marco legal para disputar tarifas injustas y proteger los sectores afectados.

El futuro de la relación comercial entre México y EE.UU. es incierto, pero lo que está claro es que debe prevalecer una estrategia que proteja a los más vulnerables, especialmente a los migrantes que dependen de la estabilidad de ambos países. Es esencial que México continúe posicionándose como un socio confiable y preparado, capaz de defender sus intereses sin escalar tensiones innecesarias. La habilidad para navegar esta compleja dinámica definirá no solo el futuro económico de México, sino también el bienestar de sus comunidades migrantes, asegurando que los esfuerzos de hoy fortalezcan las bases para un mañana más próspero y justo para todos.

Avatar photo

Josué Daniel Aguilar Guillén

Josué Daniel Aguilar Guillén es un experto en migración, cooperación internacional para el desarrollo y administración pública. Destacado por su capacidad para analizar la interacción entre la migración y la economía local. Ha colaborado activamente en programas de cooperación internacional, tanto con universidades nacionales como con ONGs en el extranjero.