Opinión: Michoacán tiene con qué: historia, territorio y talento

En Michoacán tenemos historia, un territorio diverso y fértil, y, lo más importante, un pueblo con una vocación productiva que no se ha rendido pese a las adversidades. Nuestro estado ocupa el primer lugar nacional en exportaciones agrícolas, destacando productos como el aguacate, la fresa, la zarzamora, el mango, el limón y la guayaba.
Tenemos potencial en ganadería y pesca, en la agroindustria, las tecnologías de la información, la metalmecánica, la textil y el turismo. Y no hay que olvidar que contamos con el Puerto de Lázaro Cárdenas, un activo estratégico que nos permite conectarnos con distintas ciudades industriales del mundo y no tengo duda que será un espacio estratégico de los Polos de Desarrollo para el Bienestar.
Sin embargo, no podemos ignorar que el 37.2 % de nuestra población sigue viviendo en pobreza moderada y el 8.4 % en pobreza extrema. Además, en 2025, Michoacán se ubica en el puesto 29 de 32 en el Índice de Competitividad Estatal del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Los resultados revelan que Michoacán enfrenta serios desafíos estructurales que limitan su competitividad frente al resto de los estados del país.
De acuerdo con el IMCO, Michoacán ocupa los últimos lugares en múltiples indicadores clave de desarrollo, especialmente son críticos en educación, seguridad, infraestructura digital, atracción de inversión extranjera directa, gobernabilidad, corrupción y transparencia. La baja cobertura educativa en nivel secundaria, la alta percepción de inseguridad y corrupción reflejan un entorno poco favorable para el desarrollo humano y económico.
Con todo, existen fortalezas que pueden ser un punto de partida para trazar estrategia integral y de largo aliento. La diversificación económica, el crecimiento moderado del PIB, la eficiencia energética y ciertos avances en inclusión laboral de género ofrecen oportunidades para impulsar un desarrollo más equilibrado y sostenible.
Si bien, el Gobierno Federal ha lanzado el Plan México como política industrial, resulta estratégico que nuestro estado fortalezca sus capacidades institucionales, mejore su infraestructura logística y apueste por la diversificación económica, aprovechando activos como el Puerto de Lázaro Cárdenas para reposicionarse como nodo clave del desarrollo nacional, impulsando al mismo tiempo sus vocaciones productivas y el talento humano que existe en cada región del estado.
La meta es clara, atraer inversión que respete al territorio, fomentar la innovación local y garantizar que el crecimiento beneficie también a las mujeres, a los jóvenes y a las comunidades más vulnerables. Ese es el tipo de competitividad que nos interesa, la que genera prosperidad compartida y eleva condiciones de vida, no la que alienta la exposición de indicadores.
La competitividad no se trata solo de competir, sino de construir condiciones para que nuestra gente viva mejor. Y eso solo será posible si el desarrollo se planea desde el territorio, con participación ciudadana, vocación productiva y compromiso político.
Nuestro compromiso no debe ser solo coyuntural, sino que realmente se sienten las bases de un modelo económico más justo para Michoacán, que priorice la inversión en capital humano, la digitalización, la transparencia gubernamental y la innovación productiva, con enfoque territorial y participación social. Solo así podrá transformar sus debilidades estructurales en ventajas competitivas reales. Por lo tanto, es necesario apoyar desde lo legislativo, desde el gobierno local y respaldar cualquier iniciativa que promueva empleos formales, redistribución de oportunidades y sustentabilidad. Pero también es indispensable señalar cuando se ignore a las comunidades, los municipios, a las mujeres o a los trabajadores.
Estoy convencido de que Michoacán tiene con qué, y que juntos podemos lograr que esta tierra sea competitiva, sí, pero también más justa, más digna y con futuro para todas y todos.
El momento es ahora y la propuesta es clara: más allá de las ideologías, hagamos del desarrollo una causa común y pongamos al talento michoacano en el centro para construir una gran alianza entre la ciudadanía, el sector productivo y la academia, con el acompañamiento del gobierno estatal, los ayuntamientos y el Congreso; una alianza con visión de largo aliento que apueste por la educación, los empleos dignos, la sostenibilidad y el fortalecimiento de nuestras vocaciones productivas y capacidades locales.