La duda en la costumbre misógina por Nuria Hernández Abarca

 La duda en la costumbre misógina por Nuria Hernández Abarca

A veces la realidad supera la ficción, lo estamos viviendo con el COVID, o con la forma en la que se justifica lo injustificable cuando de detentar el poder y fortalecer el patriarcado se trata.

Rita Segato ya señalaba que, a decir del Informe sobre Desarrollo Humano de 1997 del PNUD, “Ninguna sociedad trata a sus mujeres tan bien como a sus hombres”.[1]

Y de eso podemos dar cuenta todas, la que escribe y las que hacen el favor de leerme, todas nosotras y las otras, hemos sido testigas en carne propia de los retos que significan ser mujer desde las diversas expresiones del serlo, y es que en privado y en público, las rutinas de la costumbre misógina hacen su aparición a veces en silencio, a veces estruendosamente, a veces políticamente pero siempre están ahí latentes.

Hace ya varios meses que diversas mujeres integradas en la colectiva “Las constituyentes de la CDMX” iniciaron una tarea titánica para exigir que en las próximas contiendas electorales, se garantizara entre otras cosas, la participación de personajes de la política que se comprometieran al respeto pleno de los derechos humanos de las mujeres, de manera importante, uno de los derechos mas indispensables como lo es el derecho a vivir una vida libre de violencia, y de manera concreta, el derecho a no vivir el terror de la violencia sexual en cualquiera de sus manifestaciones.

Esta necesidad de garantizar este tema no es casual, o una simple ocurrencia, más bien atiende a la lamentable realidad nacional, a saber, que la violencia sexual es una de las mas cometidas contra las mujeres.

ONU mujeres señala que, a escala mundial, el 35 por ciento de las mujeres ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por una persona distinta de su pareja, sin que estos datos incluyan el acoso sexual. Aunado a lo anterior señala que 15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo, y tan sólo un 1 por ciento de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional[2].

De acuerdo con los resultados de la ENSU tercer trimestre 2020, se estima que, de los presuntos delitos registrados en las averiguaciones previas iniciadas y carpetas de investigación abiertas, los principales delitos cometidos en contra de las mujeres son los relacionados con el abuso sexual (42.6%) y la violación (37.8 por ciento).[3]

La violación, a decir de la ONU es uno de los delitos menos denunciados y aun cuando se denuncia, rara vez se procesa debido a una serie de factores, y yo agregaría debido a una serie de complicidades estructurales, entre ellas, los pactos patriarcales, el tratar de tapar con un dedo la realidad, o peor aún acostumbrarnos a ella.

Segato afirma que es nuevamente el crimen de violación o, más exactamente, la figura del violador la que “introduce la mayor perplejidad cuando constatamos, en sus enunciados, la extraña contradicción entre moralidad y legalidad, ella señala que, en el discurso de los violadores, la violación emerge como un acto disciplinador y vengador contra una mujer genéricamente abordada”. Un acto que se ampara en el mandato de punir a la mujer que transgredió lo “socialmente correcto”, lo que “se espera de las mujeres”, lo que la sociedad quiere para “sentirse bien”.

Realidades que vemos todos los días, basura toda, porque seguimos frente a un contexto que nos dice, que en lugar de que la simple idea de que alguien pueda ser “posible” perpetrador de un crimen de tal bajeza como el abuso sexual, debiera ser el imperativo paradetenernos a analizar la viabilidad de que pueda ser un representante popular, sin importar nada, solo tener la certeza de que no estamos ante esa posibilidad, la duda, esa que nos hace investigar, analizar, cuestionar, e informarnos, debiera bastar para saber que México debe de convertirse en territorio libre de violencia, que todo el esfuerzo para reconocer y aceptar por parte de las instituciones la necesidad de la 3 de 3, hoy tiene que ser una realidad.

Y es que, ante la necesidad de la aceptación de la opinión pública, acciones como comprometerse a la 3 de 3 son y serán siempre bien recibidas con fines electoreros, pero donde está el compromiso real de los institutos políticos para hacerlos realidad. La 3 de 3 tiene SÍ o SÍ que abrir nuevas formas de garantizar a la ciudadanía el que arriben a espacios de poder personas que garanticen condiciones de igualdad y una vida libre de violencia para las mujeres, recordemos que se predica con el ejemplo, y qué ejemplo pueden dar aquellos que su rutina es el ignorar la ley y fortalecer la impunidad.

La designación de muchos candidatos que tienen sobre su cabeza la “duda” sobre su probidad ante temas tan complejos como la violación o el acoso y hostigamiento sexual, debiera prender las antenas de una sociedad que quiere una nueva realidad. Sigamos exigiendo el cumplimiento de la 3 de 3 en el papel, pero mas en la realidad.

No menos que el saber me place el dudar[4], así que dudemos siempre antes de votar.

#NingúnAgresorEnElPoder

#3de3VsViolencia

[1] Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la etiología de la violencia Rita Laura Segato

[2] UNICEF (2017). A Familiar Face: Violence in the lives of children and adolescents, págs. 73 y 82

[3] COMUNICADO DE PRENSA NÚM. 568/20 23 DE NOVIEMBRE DE 2020 PÁGINA 2/2 https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2020/Violencia2020_Nal.pdf?fbclid=IwAR2hD5mR1ZesgmWv1zCf6Ww1ms_ohgA2ubrA9whsw1jFfMcI-iHKuUyOHbA

[4] Dante Alighieri.

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Nuria Gabriela Hernandez Abarca

Maestra en Ciencias Penales y Criminalísticas y Medicina Legal Forense por la Escuela de Derecho de la Barra Nacional de Abogados. Ex titular de la Seimujer Michoacán.

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