Año y fuego nuevo; por la dignidad purhépecha
-Es el orgullo e identidad, de un pueblo indómito.
Por Lamberto Hernández Méndez
ERANARHÍKUARO, Mich.- 1 de agosto de 2022.- Desde mucho antes, el pueblo indómito purhépecha, ha mantenido sus tradiciones; el año y fuego nuevo, sintetizan más de 500 años de resistencia, de lucha y dignidad. Es, también, un movimiento de lucha por la recuperación de las raíces de un pueblo, en lo político, económico, social, educativo, cultural y espiritual.
Según el Manifiesto del Concejo Kurhikuaeri Kuínchekua, que conforman los cargueros y ex cargueros, y que es la máxima autoridad, se trata de fortalecer las raíces; por ello, es importante conocer el pasado, comprender el presente, para así poder sembrar el futuro.
Agrega que, el año y fuego nuevo purhépecha, es un elemento generador de orgullo e identidad, frente al mundo; que busca la autonomía cultural indígena, como medio de rescate de la lengua materna.
Es pues, un símbolo de resistencia del pueblo indómito. El fuego nuevo, ch’upiri jimbani, y el año nuevo, juchariuéxurhini. Aquí, todo gira, en torno al Dios del Sol, Kurhikuari, que es nuestra fuerza, juchari uniápikua.
Hagamos un poco de historia, Kurhikaueri Kuínchekua o el Fuego Nuevo Purhépecha, se celebra el día primero de febrero de cada año; donde convergen habitantes de las cuatro regiones de la nación purhépecha, identificados cada una, con un color.
El verde, de la sierra o meseta, o pukutapu; amarillo, de la cañada de los once pueblos, o eráxamani; azul, del lago de pátzcuaro o japunda y, el morado, de la ciénega de Zacapu o tzakapundu.
Cada año, es una nueva sede o carguero, hasta la fecha, una vez que se retomó esta tradición, en el año de 1983, en las Iákatas de Tzintzuntzan, se han celebrado 38 rituales. En el 2021, se suspendió por la contingencia sanitaria; en febrero del presente año, no se realizó de manera oficial, por conflictos internos en la comunidad de Comanja, municipio de Zacapu.
Sin embargo, se realizaron dos ceremonias alusivas, de manera simbólicas, una, en la misma población de Comanjay la otra, en las Iákatas de Ihuatzio, municipio de Tzintzuntzan. Los símbolos del año y fuego nuevo purhépecha, se resguardaron en la sede última, que fue la comunidad de K’apakuaru, que paradójicamente, significa,lugar de resguardo.
Dichos símbolos sagrados son, la piedra piramidal o mindáskuarheta, en la que se graba un símbolo, que identifica a la comunidad que realiza la celebración o que es sede. Tiene 52 espacios para grabar, lo que coincide con el siglo purhépecha, que constaba de 52 años. Cada siglo se cambia por una nueva piedra piramidal.
Otro de los símbolos sagrados es, el bastón de mando o ts’iríkuarheta y la bandera purhépecha, anatsïkukua, conformada por los cuatro colores mencionados, de las cuatro regiones, que tiene en el centro, un puño de un guerrero y la leyenda de juchari unapikua, es decir, nuestra fuerza.
Patricia Terán Escobar, investigadora del INAH, señala que, el encendido del fuego nuevo purhépecha,kurh´kua, marca también, el inicio del año; aunque señala que no existen registros históricos que marquen el inicio de esta milenaria ceremonia, solamente a partir de 1983 en que se retomó.
Se trata, indica, de agradecer a la madre tierra o nana kuerajperi, los favores recibidos durante el año que culmina, pero también, marca el inicio del año nuevo, del ciclo agrícola y dar paso a dignificación de las tradiciones.
Pero también resalta que, se trata del rescate de la memoria colectiva y de elementos culturales, como lo es la tradición de transmitir en forma oral, los conocimientos, de una generación a otra.
Es la celebración del orgullo purhépecha, para fortalecer la unidad de las comunidades indígenas; desde el 28 de enero, se inicia la caminata con los símbolos sagrados, de donde fue la última sede, por senderos y caminos reales o de herradura, donde se transporta el fuego viejo, que habrá de apagarse en la nueva sede; hacen varias paradas los caminantes, en las comunidades del trayecto, donde son recibidos por las autoridades tradicionales, para estrechar los lazos de amistad.
Se ha llegado a la nueva sede, donde se encenderá el fuego nuevo, a la media noche del primero de febrero, cuando las estrellas de la Constelación de Orión, están en su punto más alto; ese, es el momento preciso, se encienden los ocotes, para recibir la energía, al elemento renovado.
El historiador Pável Ulianov Guzmán, señala que la ceremonia del encendido del fuego nuevo, está dedicada al Dios del Fuego, es decir, a Curicaveri, pero también, para pedirle abundancia en el nuevo ciclo de cultivo agrícola.
Es una celebración, agrega, de renacimiento de la cultura purhépecha, que mantiene tres principios centrales, la no intromisión de partidos políticos, no intromisión de religiones y, no intromisión de instituciones gubernamentales.
De acuerdo a lo publicado en el Manifiesto del Concejo Kurhikuaeri Kuínchekua, conformado por los cargueros y ex cargueros, se trata de un movimiento de lucha, por la recuperación de las raíces del pueblo purhépecha, en lo político, económico, social, educativo, cultural y espiritual.
Un elemento generador de orgullo e identidad, frente al mundo; que busca la autonomía cultural indígena, como medio de rescate de la lengua materna. Es el símbolo de resistencia, de un pueblo indómito; que sintetiza, más de 500 años de resistencia, de lucha y dignidad.
La edición 38, tuvo lugar en Capacuaro, en el año 2020. La siguiente, en 2021, se suspendió por pandemia. Tocaba en 2022, a Comanja, pero no hubo acuerdo. Corresponde en 2023, la edición 39, a Eranarhikuaro, que anteriormente se llamó también, Tezcatlán, del náhuatl, que significa, lugar de espera de algo nuevo, actualmente Erongarícuaro, en la ribera del Lago de Pátzcuaro.
Crispín Solorio Huerta y Javier de la Luz Torres, de los cargueros Erongarícuaro Kuínchekua, se alistan para esta gran celebración, en la que participarán, las autoridades tradicionales, así como de los cuatro barrios, San Francisco, la Asunción, Santo Santiago y San Miguel.
Preparan diversas actividades culturales y el tradicional trueque. Charlas, como la del investigador Hans Roskamp, del Centro de Estudios de las Tradiciones, del Colegio de Michoacán, quien es arqueólogo, etno historiador y doctor en letras. Autor de libros, Los Códices de Cutzio y Huetamo; el Lienzo de Jucutacato; el Lienzo de Nahuatzen, entre otros.
Las anteriores sedes, fueron, Tzintzuntzan (1983), Ihuatzio, Nurío, San Andrés Tziróndaro, Angahuan, Pichátaro, Tacuro, Santa Fe de la Laguna, Cheranástico, Ichupio, Cocucho, Ucasanástacua, Tarecuato, Puácuaro, Sevina, Janitzio, San Lorenzo, Tiríndaro, Cherán, Carapan, Nuevo Parangaricutiro, Pátzcuaro, Caltzontzin, Patamban, Santo Tomás, San Jerónimo Purenchécuaro, Chilchota, Uruapan, Jarácuaro, Conguripo, Nahuatzen, Tarejero, Uricho, Arantepacua, Huáncito, Naranja, Cuanajo y Capacuaro(2020).
* Compilación, de varios conocedores del tema. Fotos de, Juan José Estrada Serafín, Lamberto Hernández Méndez y FB. Créditos, a quienes correspondan. Elaboró: Lamberto Hernández Méndez